Con su retahíla habitual de falsos argumentos y exageraciones, y rodeado de operarios del sector del carbón, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, presentó el martes cuatro órdenes ejecutivas destinadas a intentar incrementar el uso en su país de este combustible fósil, el más contaminante y el que más contribuye al calentamiento global. Entre otras cosas, abre la puerta a la minería del carbón en terrenos federales y a suspender las restricciones sobre contaminantes para las centrales que queman este combustible. El anuncio es una vuelta al pasado; en concreto, a 2017, al inicio de su anterior mandato, cuando Trump prometió por primera vez un renacer del carbón que no se produjo. Pasó justo lo contrario.Durante sus primeros cuatro años como presidente (entre 2016 y 2020) la generación de electricidad con carbón cayó de forma sostenida en EE UU: un 37,6%, según los datos del último informe sobre la evolución del sector energético mundial elaborado por la consultora Ember. De hecho, a pesar de sus discursos y anuncios, la caída en el uso de este combustible fue todavía más acentuada durante el mandato del republicano que en los de los últimos presidentes demócratas. Durante el segundo mandato de Barack Obama (2012-2016), al que Trump acusaba de haber condenado al sector con sus políticas medioambientales, el descenso fue del 15,5%, 22 puntos menos que durante la etapa en la que gobernó el republicano. Pero es que durante el mandato de Joe Biden (2020-2024) el descenso fue también menor: un 18,2%, 20 puntos menos que con Trump.Pero no solo ocurrió esto con la energía producida con carbón. Si se analiza la capacidad, es decir, las plantas térmicas que usan este combustible y que se cerraron en cada uno de los mandatos, se observa que la tendencia fue exactamente igual, como ha recordado en un post en Linkedin Christine Shearer, experta del Global Energy Monitor, un grupo de analistas que rastrea las centrales que se construyen, se abren y se clausuran en el mundo. “A pesar de sus esfuerzos”, ha escrito, “se retiró más capacidad de electricidad de carbón bajo el primer mandato de Trump que con Obama o Biden”. Esta experta, además, ofrece un importante dato extra: “Las plantas de carbón en EE UU tienen un promedio de 43 años de edad”. Su antigüedad, que incrementa los costes de mantenimiento, les resta competitividad frente a las energías solar y eólica. “Tratar de mantener estas plantas en funcionamiento es otra forma en la que Trump aumentaría los precios”, advierte Shearer.El informe de esta semana de Ember reflejaba otro hecho importante: en 2024, por primera vez, la electricidad eólica y solar producida en EE UU superó a la generada con carbón. Pero el gran ganador (y culpable) de la caída del carbón en Estados Unidos es otro combustible fósil, que, aunque es más limpio y emite menos gases de efecto invernadero, también es responsable de la crisis climática: el gas natural, que es de lejos y desde 2015 la principal fuente eléctrica en la primera potencia mundial.Este combustible adelantó al carbón gracias al gas esquisto, que se obtiene a través del fracking, una técnica que consiste en inyectar productos químicos, arena y agua a presión para romper la roca en la que está alojado el gas. Estados Unidos es, además, el primer exportador mundial de gas natural licuado. Y Trump pretende que esto siga siendo así y que Europa, por ejemplo, consuma todavía más de su metano. De hecho, la apuesta por el carbón podría entrar en conflicto con los intereses de otra industria que ha apoyado activamente al republicano: el sector del petróleo y el gas. Este sector está viendo ya cómo la guerra arancelaria está contribuyendo todavía más al desplome del coste del petróleo, algo que puede hacer inviables nuevas explotaciones.Pero el carbón no solo está en retroceso en Estados Unidos. En verdad, está viviendo un declive en todo el planeta, aunque sigue ocupando el primer puesto en el mix eléctrico mundial. En 2024, según los datos de Ember, su uso creció un 1,4%. Los expertos de este grupo de analistas resaltan: “Sigue siendo la mayor fuente de generación de electricidad. Sin embargo, el carbón ha crecido más lentamente que la demanda de electricidad”. Y esto está llevando a que su cuota sea cada vez menor. En 2024, el 34% de la electricidad consumida en el planeta provino de las centrales que queman este combustible. Son cuatro puntos menos que en 2014, cuando alcanzó su techo.La tendencia es clara en el conjunto del planeta. “En 2015, 59 países generaron al menos una quinta parte de su electricidad a partir del carbón, cifra que se redujo a 40 en 2024″, sostiene Ember. En la Unión Europea, por ejemplo, el carbón ya solo cubre el 10% de la demanda, por debajo incluso de la solar (11%) y la eólica (17%). En realidad, la generación con carbón se mantiene en gran medida por China; el 74% del incremento mundial en 2024 del uso de este combustible se debió a lo que se quemó en este país. El otro gran actor en este asunto es India, donde también crece su empleo.Pero si se atiende al futuro de este combustible, los datos apuntan a que se profundizará el declive. El análisis sobre las plantas térmicas que se abren en el mundo de Global Energy Monitor mostró que en 2024 “el mundo inauguró la menor cantidad de nueva capacidad de energía de carbón en 20 años”, mientras se aceleraban los cierres en la UE y el Reino Unido. “Fuera de China e India, la capacidad en desarrollo disminuyó por décimo año consecutivo. Solo ocho países propusieron nuevas plantas de carbón en 2024″, resume este informe.

Trump se abraza al carbón, un sucio combustible fósil en declive en EE UU y el resto del mundo | Clima y Medio Ambiente
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