El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, celebró este lunes con aparente entusiasmo que Japón haya enviado un equipo negociador de alto nivel a Washington para hablar de comercio. En cambio, volvió a censurar, como ya había hecho el viernes, que China responda a su agresión con represalias, y elevó la apuesta. Trump amenazó al presidente chino, Xi Jinping, con aranceles adicionales del 50%, lo que los elevaría al 104%, en una nueva escalada de la guerra comercial. Al tiempo, el presidente rechazó como insuficiente la propuesta europea de aranceles cero a los bienes industriales y sugirió enjugar el déficit comercial bilateral con la venta de energía a la UE. “Van a tener que comprárnosla”, dijo.Al tiempo, al recibir en la Casa Blanca al primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, Trump negó que estuviese planeando dar una tregua de 90 días con los aranceles a todos los países menos a China. La difusión de ese rumor había provocado de inmediato una reacción de alivio en las Bolsas, que empezaron el día con fuertes pérdidas y entraron en terreno positivo ante la esperanza de una tregua. “No estamos considerando eso”, dijo Trump, que arremetió de nuevo contra la Unión Europea en otro discurso lleno de bulos y mentiras.Más informaciónTrump se encuentra con la presión creciente de unas Bolsas que se desploman, augurios de recesión y críticas incluso en el seno del propio Partido Republicano. Sin embargo, ha empeñado mucha de su credibilidad en la guerra comercial y no le resultará fácil encontrar una narrativa con la que echarse atrás.El presidente quiere negociar desde una posición de fuerza, desde “el asiento del conductor”, como dijo la semana pasada. Por eso, la respuesta de China le deja en una difícil situación. Por un lado, seguir elevando los aranceles puede agravar las consecuencias negativas de la guerra comercial, como la subida de precios y el frenazo económico. Por otro, no hacer nada ante las represalias chinas dejaría sin fuerza la advertencia al resto de los países. De momento, Trump se ha quedado en un terreno intermedio, el de la amenaza, pero parece dispuesto a dar una especie de escarmiento a China, aunque eso suponga dispararse en el pie.“Ayer, China impuso aranceles de represalia del 34%, además de sus aranceles ya récord, aranceles no monetarios, subvenciones ilegales a empresas y manipulación masiva de divisas a largo plazo, a pesar de mi advertencia de que cualquier país que tome represalias contra Estados Unidos mediante la imposición de aranceles adicionales, más allá de su ya existente abuso arancelario a largo plazo de nuestra nación, se enfrentará inmediatamente a aranceles nuevos y sustancialmente más altos, por encima de los establecidos inicialmente”, escribió Trump en Truth, su red social. “Por lo tanto, si China no retira su aumento del 34% por encima de sus ya prolongados abusos comerciales para mañana, 8 de abril de 2025, Estados Unidos impondrá aranceles ADICIONALES a China del 50%, a partir del 9 de abril. Además, ¡se darán por terminadas todas las conversaciones con China en relación con las reuniones solicitadas! Las negociaciones con otros países, que también han solicitado reuniones, comenzarán de inmediato. ¡Gracias por su atención a este asunto!”, añadió. Trump impuso aranceles del 20% a los productos chinos por el fentanilo y de un 34% con los mal llamados “aranceles recíprocos”, por lo que el nuevo paso elevaría las tasas al 104%. Trump se manifestó en parecidos términos en el Despacho Oval ante Netanyahu.Amenazas y oportunidadesChina encuentra en la deriva estadounidense amenazas y oportunidades, pero el presidente Xi no se ha mostrado dispuesto hasta ahora al juego de Trump, cuya Administración parece estar mendigando una llamada del líder chino. Cuando Trump impuso los primeros aranceles por el fentanilo, el entonces primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, y la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, aceptaron ofrecer concesiones (más simbólicas que reales) para aplazarlos. El presidente de Estados Unidos dijo que esperaba hablar también con el de China, pero Xi se negó a rendirle pleitesía y ambos países entraron en rumbo de colisión inmediata. Desde entonces, China ha tratado de mantener el pulso. Dado su alto superávit comercial con Estados Unidos, Pekín tiene más que perder en la batalla bilateral, pero el país valora también las consecuencias a escala mundial.“Tengo una gran relación con el presidente Xi”, dijo Trump en la Casa Blanca pese a todo. “Espero que siga siendo así”, añadió. “Con suerte, nos llevaremos bien con China. Si lo hacemos, genial, y si no, también está bien”, dijo más tarde.Junto a la dureza con China, el mensaje de Trump también muestra una clara disposición a negociar “de inmediato”. El presidente desmiente así a los miembros de su equipo que decían que los aranceles no eran negociables porque se trataba de una emergencia nacional. De alguna forma, se desmiente a sí mismo, ya que había dicho que sus políticas nunca cambiarían. Pero las contradicciones continúan. “Esto no es una negociación”, escribía en el Financial Times Peter Navarro, mientras el secretario del Tesoro, Scott Bessent anunciaba “negociaciones significativas”. Stephen Miran, otro asesor, terció diciendo que es normal: “Hay narrativas en conflicto porque todo el mundo tiene una opinión. Y eso está bien”, dijo.El propio Trump, en el Despacho Oval, preguntado sobre si los aranceles serían permanentes o si estaba dispuesto a negociar, contestó: “Ambas cosas pueden ser verdad. Puede haber aranceles permanentes y también negociaciones, porque hay cosas que necesitamos más allá de los aranceles”.Un buque portacontenedores zarpa de una terminal de contenedores en Qingdao, en la provincia de Shandong, al este de China, este domingo.Associated Press/LaPresse (APN)Trump quiere marcar las condiciones, o al menos aparentarlo. “Países de todo el mundo están hablando con nosotros. Se están estableciendo parámetros duros, pero justos”, escribió en otro mensaje en Truth para dar cuenta de una llamada con Shigeru Ishiba: “He hablado con el primer ministro japonés esta mañana. ¡Va a enviar un equipo de alto nivel para negociar! Han tratado muy mal a Estados Unidos en materia de comercio. No se quedan con nuestros coches, pero nosotros nos quedamos con MILLONES de los suyos. Lo mismo ocurre con la agricultura y muchas otras ‘cosas’. Todo tiene que cambiar, ¡pero especialmente con CHINA!”, escribió.En el Despacho Oval, y pese al varapalo de los mercados y el riesgo de recesión, Trump se mostró convencido de su éxito en las negocaciones. “Ahora nos ofrecen cosas que nunca se nos habría ocurrido pedirles”, dijo. “Prácticamente todos los países quieren negociar”, añadió. “Los aranceles harán que este país sea muy rico. Somos ricos de todos modos, pero somos ricos de cierta manera”, dijo de forma algo confusa.Energía para la UEAl tiempo, Trump exhibió como triunfo que el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, se comprometiera a eliminar su superávit comercial de forma rápida tras la reunión que ambos mantuvieron este lunes en la Casa Blanca. Tras esa reunión mantuvo el tono agrio, resentido y hostil hacia el conjunto del mundo ―salpimentado con bulos― que viene usando las últimas semanas, especialmente contra la Unión Europea, mientras insistía en la idea de devolver al país a la situación en que se encontraba en el siglo XIX.Preguntado sobre si la oferta de la UE de aranceles cero sobre automóviles y bienes industriales era suficiente, Trump respondió: “No, no lo es”. Y se lanzó al ataque: “La UE ha sido muy dura a lo largo de los años. Siempre digo que se formó para hacer daño a Estados Unidos en el comercio. Esa es la razón por la que se formó”, insistió distorsionando la historia por completo. “Se unieron para crear una situación de monopolio, para crear una fuerza unificada contra Estados Unidos en el comercio. (…) Pagamos para que los protejan militarmente y nos la juegan en el comercio. Así que no es una buena combinación”, añadió. “Ahora la situación ha cambiado. Es todo lo contrario, y la Unión Europea ha sido muy, muy mala con nosotros. No se llevan nuestros coches ―como Japón en ese sentido―, no se llevan nuestros productos agrícolas. Prácticamente no se llevan nada. Y, sin embargo, les compramos millones de coches en un año, Mercedes Benz, Volkswagen, BMW. Están enviando millones y millones de coches a Estados Unidos, pero nosotros no tenemos un coche que se haya vendido a la Unión Europea o a otros lugares”, exageró. “Tenemos un déficit con la Unión Europea de 350.000 millones de dólares y va a desaparecer rápidamente. Y una de las razones, y una de las formas en que eso puede desaparecer fácil y rápidamente, es que podrían tener que comprarnos nuestra energía, porque la necesitan. Van a tener que comprárnosla. Pueden comprarla. Podemos rebajar 350.000 millones de dólares en una semana. Tienen que comprar y comprometerse a comprar una cantidad similar de energía. Y nosotros tenemos eso, tenemos más energía que cualquier país del mundo”, señaló, sin mencionar en ningún momento la balanza de servicios, que ya compensa la mayor parte del déficit en el comercio de bienes.Tampoco se libraron de las críticas sus vecinos. “Hacen trampas como locos. Canadá hace trampas, México hace trampas”, dijo en relación con el cumplimiento del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC).Preocupación económicaMientras, en Wall Street se multiplican las voces que advierten del daño provocado no ya a la Bolsa, sino al conjunto de la economía, con los arbitrarios aranceles salvajes de Trump. Las señales del mercado son claras: las noticias de escalada en la guerra comercial detonan pérdidas; bastan rumores de alivio o rectificación para hacer subir las cotizaciones.El presidente de JP Morgan, Jamie Dimon, se sumó este lunes al creciente clamor del mundo de la inversión y las finanzas contra la guerra comercial que amenaza con provocar no solo una recesión en Estados Unidos, sino una de carácter global. “La fragmentación económica con nuestros aliados puede ser desastrosa a largo plazo”, advirtió el banquero, que cree que los aranceles frenarán el crecimiento, aunque cree que aún está por ver si provocarán una recesión.La advertencia de Jamie Dimon se suma a la de Bill Ackman, que pidió este domingo al presidente de Estados Unidos un “tiempo muerto” de 90 días en la guerra comercial para tratar de llegar a acuerdos con los demás países. De lo contrario, augura un “invierno económico nuclear”. “Estamos en el proceso de destruir la confianza en nuestro país como socio comercial, como lugar para hacer negocios y como mercado para invertir”, sostiene el multimillonario.En 2008, las imágenes de trabajadores de Lehman Brothers abandonando las oficinas del banco con sus pertenencias en una caja tras la quiebra del titán de Wall Street sirvieron para ilustrar el estallido de la crisis financiera. En 2020, la crisis económica derivada de la pandemia quedó reflejada en las calles desiertas por el confinamiento. Si la guerra comercial termina por meter al mundo en la tercera recesión global de este siglo, para la posteridad quedará el retrato de Donald Trump con su cartelón de aranceles “recíprocos” como el preciso instante en que se desató la crisis.

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