La respuesta represiva de un Gobierno no siempre es proporcional a la ira que la acción castigada provoca entre los ciudadanos. La organización Just Stop Oil ha anunciado que pondrá fin en abril a la agresiva campaña contra los combustibles fósiles que ha realizado en los últimos tres años, tanto con cortes en carreteras y calles como con actos contra obras de arte. Sus activistas se atribuyen como éxito propio el hecho de que el nuevo Gobierno laborista del Reino Unido haya prohibido permanentemente cualquier nueva prospección de gas o petróleo en el Mar del Norte, en contra de la decisión del Ejecutivo conservador previo.“La exigencia inicial de Just Stop Oil de que se frenaran los nuevos yacimientos de gas y petróleo es hoy política gubernamental, con lo que nuestra campaña de resistencia civil se ha convertido en una de las más exitosas de la historia reciente”, asegura la organización en el comunicado que anuncia el fin de su estrategia. “Hemos logrado que nunca salgan a la superficie cerca de 4.400 millones de barriles, mientras que los tribunales han declarado ilegales las nuevas licencias de prospección”, añaden.Más informaciónPero el supuesto éxito reivindicado no está nada claro, y los sentimientos provocados en la ciudadanía con las acciones de boicot han resultado contradictorios, en algún caso, y contraproducentes en otro. De todas las acciones de protesta llevadas a cabo por los activistas, los actos de vandalismo contra obras de arte son, junto a la interrupción del tráfico, las que más rechazo provocan entre la gente. Según una encuesta de YouGov realizada a finales del año pasado, un 89% de consultados consideraba inaceptable (un 79%, “completamente inaceptable”) la idea de arrojar sopa de lata contra una pintura. Sin embargo, la mayoría de la opinión pública no comparte la respuesta penal de algunos Gobiernos, que ha supuesto un incremento desmesurado de las penas de prisión contra los activistas.Los girasoles de Van GoghEn octubre de 2022, Phoebe Plummer y Anna Holland, ambas de 22 años, lanzaron el contenido de una lata de sopa de tomate contra Los Girasoles de Van Gogh de la National Gallery de Londres (hay 11 óleos del pintor holandés por todo el mundo con su famoso motivo). A continuación, pegaron sus manos a la pared del museo. Apenas dos años después, un juez ordenó el ingreso en prisión de las dos mujeres, después del fallo condenatorio de un jurado. “Estáis convencidas de vuestras creencias, os otorgan el derecho a cometer actos delictivos cuando os apetezca y no es así”, les dijo el magistrado Christopher Hehir a las dos activistas en el momento en que les comunicaba la sentencia.Las activistas mostraron la lata de tomate después de arrojar su contenido contra la pintura de Van Gogh el 14 de octubre de 2022.DPA / EPEse mismo juez había condenado anteriormente a cinco años de prisión a Roger Hallam, uno de los fundadores de Just Stop Oil y de otra organización contra el cambio climático, Extinction Rebellion. Junto a Hallam acabaron en la cárcel otros cuatro activistas. Su boicot de la carretera de circunvalación de Londres, la M25, en noviembre de 2022, provocó 50.000 horas de retraso que afectaron a más de 700.000 vehículos.Activistas de Just Stop Oil paran el tráfico de Londres.Kirsty Wigglesworth (AP)“Muchos políticos relevantes y algunos medios de comunicación han agitado a la opinión pública para poder justificar penas más duras contra los activistas. Pero en nuestros estudios hemos descubierto que la mayoría de los ciudadanos no considera necesarias las condenas a prisión. Quizá porque entienden que la desobediencia civil juega un papel importante en las democracias liberales”, asegura Oscar Berglund, profesor de Política Social e Internacional de la Universidad de Bristol, que ha publicado un estudio continuado sobre la percepción pública del activismo medioambiental.“Aquí terminan las sopas contra los cuadros de Van Gogh, los sacos de harina contra Stonehenge [el monumento megalítico, todo un símbolo en Inglaterra, fue rociado con polvo anaranjado en junio pasado] o la interrupción del tráfico con marchas lentas. Pero no han terminado ni los juicios, ni las pulseras electrónicas, ni la vigilancia [de los activistas]ni las multas, medidas cautelares o años de prisión”, denuncia Just Stop Oil en su comunicado.Desde 2019, más de 7.000 activistas han sido arrestados únicamente en el Reino Unido, según datos de la organización Global Witness. La inmensa mayoría de ellos pertenecían a Extinction Rebellion o a Just Stop Oil, los dos grupos que han adquirido mayor protagonismo en los últimos años por sus acciones de denuncia del cambio climático.Dos leyes aprobadas por gobiernos conservadores, que el nuevo Ejecutivo laborista no ha hecho nada por cambiar, la Ley de Orden Público de 2023 y la de Tribunales y Condenas de 2022, ampliaron de manera notable los poderes de la policía para hacer frente al desafío de los nuevos activistas. Por ejemplo, la práctica consistente en atarse con cadenas y candados a un espacio público para dificultar el desalojo y poner fin a la actividad de boicot, pasó a castigarse con penas de 12 meses de prisión, como alternativa a un posible multa.

¿Se acabó arrojar pintura o sopa de tomate a las obras de arte de los museos? | Clima y Medio Ambiente
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