La semana de la moda masculina de París, que entre el martes y el domingo ha presentado las colecciones para la primavera de 2026, tenía un nombre marcado con luces de neón: el estreno de Jonathan Anderson como director creativo de Dior. El desfile, celebrado el viernes, sirvió para apuntalar el manifiesto estético de esta nueva etapa, marcada por un eclecticismo entre épocas diversas que no renuncia a los grandes gestos —ahí están los pantalones virales de la colección, inspirados en un vestido de alta costura de volúmenes ondulantes— ni descuida el motor principal de toda marca: ofrecer ropa que el público quiera comprar. Y, en tiempos turbulentos para la industria del lujo, los desfiles de junio dejan una primera conclusión: vuelven las prendas identificables y fáciles de utilizar, que no requieren un tutorial ni reaprender la etiqueta. Y eso se traduce, en primer lugar, en un retorno del traje. Así quedó patente en el desfile de Louis Vuitton, que tuvo lugar el martes y dejó claro que Pharrell Williams, director creativo de la línea masculina de la casa, no se duerme en los laureles. Hace años, una colección inspirada en la India habría sido, para la mirada eurocéntrica que dominaba la moda, un ejercicio de exotismo viajero. Hoy, sin embargo, cuando India es un mercado pujante y Bombay y Bangalore se han consolidado como nuevas mecas del lujo, este gesto adquiere un sentido distinto. Los rostros y los mercados de la moda están cambiando, y la reivindicación del dandismo o de la sastrería con acentos no occidentales es un paso natural. El tejido vaquero, que tuvo mucho protagonismo en anteriores temporadas, ahora se tiñe de tonos pardos y tierra. Más informaciónEsa contención cromática es otra tendencia de la temporada. En Hermès, la diseñadora Véronique Nichanian suele introducir toques de colores llamativos con intención lúdica y contemporánea. Sin embargo, en la colección que presentó el sábado en el Palais d’Ièna los tonos dominantes fueron moderados, de raíces mediterráneas. La atención recae, como es habitual, en la extraordinaria delicadeza técnica de sus talleres. El acabado estrella de la colección es una especie de rejilla elaborada con finísimas tiras de piel cosidas entre sí para formar una trama tupida y geométrica. Sirve para acentuar pantalones de cuero o chaquetas, pero también protagoniza prendas completas. Más muestras de virtuosismo: pañuelos en forma de rombo que parecen de seda, pero que en realidad son de una piel finísima, trabajada hasta darle una flexibilidad de tejido. Tras el furor por el lujo silencioso, conviene recordar que lo de Hermès nunca ha sido tal cosa: sus prendas siempre dan pistas tangibles acerca de lo complejas y valiosas que son. Tres modelos del desfile de moda masculina de Hermès para primavera/verano 2026, en el marco de la semana de la moda de París.FILIPPO FIOREl de Dior no ha sido el único estreno destacado de la semana. Aunque Julian Klausner asumió en diciembre la dirección creativa de Dries Van Noten tras la marcha del fundador de la casa, hasta este mes no había celebrado un desfile de moda masculina. El que tuvo lugar el jueves cosechó una de las ovaciones más cerradas y entusiastas de la temporada. No es para menos; Dries Van Noten siempre ha sido una marca recorrida por la delicadeza y el sentido poético de su fundador, dotado para la mezcla de tejidos, colores y detalles artesanales. Los abrigos estampados sobre tejidos adamascados que presentó Klausner son todo un alarde de técnica, especialmente porque su forma, con pinzas en la espalda, en la mejor tradición de la costura femenina, son una de esas ideas que parecen obvias, pero que pocos han tenido. Las combinaciones de colores en los jerséis de rayas, las chaquetas de hombro caído, los detalles bordados o con lentejuelas y los paños drapeados son una muestra de continuidad con el lenguaje del creador, pero no se limitan a imitar, sino a proponer nuevas ideas. Tal vez esa sea la clave de una sucesión natural, sin golpes de efecto ni revoluciones traumáticas, probablemente lo que pretendía la marca propiedad de Puig desde 2018. Tres modelos en el desfile de Dries Van Noten en la semana de la moda de París.GoRunwayEl otro estreno ha venido de la mano de Camper. Desde hace varias temporadas, el gigante mallorquín del calzado de diseño viene aprovechando el calendario parisiense para presentar las distintas evoluciones de Camperlab, la marca más avanzada y vanguardista de la empresa. Pero lo que ofrecieron el jueves fue un verdadero salto adelante: un desfile de pleno derecho, que profundiza en el imaginario de Achilles Ion Gabriel, el responsable creativo de todas sus colecciones y un diseñador consumado con afición por la cultura electrónica, los juegos de texturas y los trampantojos. Hubo algunos espectaculares, como los trajes de cuadro príncipe de gales distorsionado que abrieron el desfile, un homenaje a las subculturas y a un imaginario provocador, urbano y nocturno. Tres modelos en el desfile de Camperlab durante la semana de la moda de París 2025.Pelonio PressEn todo caso, si hablamos de impacto, pocos comparables al que suscitó el diseñador estadounidense Willy Chavarría en el vestíbulo de la Salle Pleyel. El imaginario de Chavarria se basa en su vivencia como latino en Estados Unidos, y en junio de 2025 eso implica un posicionamiento político: al inicio del desfile, un grupo de modelos vestidos de blanco realizaron una performance que evoca los centros de detención de inmigrantes en El Salvador de la era Trump. Su desfile fue uno de los más largos, mixto y lleno de ideas, desde una sastrería en tonos brillantes y proporciones generosas a sus habituales abordajes al guardarropa urbano, especialmente a través de su colaboración con Adidas. Pero también el desfile mixto tuvo sitio para unos espectaculares vestidos de noche, en la línea del Balenciaga más principesco, que permiten entender por qué el nombre de Chavarría ha empezado a sonar con fuerza en las quinielas de más de una marca histórica. Tres modelos en el desfile de Willy Chavarria.Luca TomboliniDe todos modos, si hablamos de espectáculos, pocos comparables al de los modelos de Rick Owens encaramados, con tacones y plataformas, a una torre metálica en la fuente del Palais de Tokyo, o sumergiéndose en el agua del estanque con sus lujosísimas prendas de piel y materiales nobles. La ocasión lo merecía: en el vecino Palais Galliera se ha inaugurado una exposición retrospectiva dedicada al diseñador estadounidense que mejor trabaja la distorsión y la exageración de la silueta. Sus prendas son tan impactantes en movimiento como los clientes que, cada seis meses, introducen un toque de sana extrañeza en la pasarela de moda más prestigiosa del mundo. La moda necesita prendas prácticas y comerciales, pero también un poco de magia. Y de eso Owens va sobrado.

Sastrería, debuts y política en la semana de la moda masculina de París | Estilo
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