Como pocas veces en las últimas décadas, nuestra vida política atraviesa por momentos bajísimos. Los personajes públicos van de lo lamentable a lo grotesco. Las actitudes de los miembros del partido en el poder constituyen una suerte de curso de política caciquil que creíamos se había ido hace tiempo. La prepotencia, el desplante de poder ha sido la norma en lo que va del segundo piso de la cuarta transformación. No importa si se trata de pasar o frenar una ley o defender a un señalado de violencia sexual: se usan las mismas formas, las mismas herramientas que consisten en el aplastamiento del otro, la ausencia de argumentos y una marcada tendencia al cinismo y la desfachatez. Lo hacemos porque podemos y porque queremos, parece ser la norma morenista.No quiero decir que antes del lopezobradorismo viviéramos con Peña Nieto en el Partenón de Atenas o que con los gobiernos panistas florecieran los Churchill y los Max Weber mexicas. En absoluto. Pero había ciertas normas que funcionaban; había un acuerdo general que ese tipo de política caciquil no podía volver porque le hizo daño al país y porque era símbolo de atraso. Había una mínima vergüenza pública en la clase política, cierto rubor para no ser sorprendido en algún enjuague —en el entendido de que la corrupción no es patrimonio de un solo partido —. Quizá parte de lo que funcionaba era que había oposición. Los líderes se hacían ahí: fue el caso de Diego Fernández, de Clouthier, de Cuauhtémoc Cárdenas, Heberto Castillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y el propio López Obrador. Ahora la oposición de los llamados “partidos grandes” está en ¡un dígito! No parece que nada bueno salga pronto de ese sótano de las desgracias.Queda entonces la oposición interna. Y esa es la que hay. Son Monreal, Adán Augusto y Noroña. Juntos y por separado se dedican a escenificar escándalos de diversos grados, pero que termina explicando o justificando la presidenta Sheinbaum. Ella, que no tiene parientes metidos en el gobierno, tiene que tragar sapos porque no le pasaron su ley contra el nepotismo; ella, que asumió que con su llegada se empoderaban las mujeres, terminó defendiendo a un diputado acusado de violentador sexual. La popularidad de la presidenta sirve para solapar a sus compañeros de partido.En El Ángel exterminador de Luis Buñuel, película en la que un grupo de supuestos amigos quedan encerrados en una casa después de una cena en lujosa mansión, el encierro forzoso libera instintos salvajes en los invitados que terminan peleándose unos, suicidándose otros. Así, las huestes morenistas han comenzado a ver los propios como enemigos. El PAN o el PRI ya no les alcanzan ni para llamar la atención.Los escándalos crecen de manera exponencial. Al senador panista que compraron a precio de oro —Miguel Ángel Yunes— no lo quieren en Morena por corrupto. La senadora Andrea Chávez protagoniza un verdadero circo de corrupción y cinismo. Ha desplegado en Chihuahua —entidad que pretende gobernar— tráileres y ambulancias con su fotografía ofreciendo servicios de salud en lo que es una abierta violación a las leyes electorales; justifica el uso de los camiones diciendo que los paga “la clase empresarial”. En las filas de Morena no ha gustado mucho la actitud de la senadora. Cuauhtémoc Blanco tiene más defensores internos que ella y ya comienzan a deslindarse figuras mediáticas del oficialismo.Noroña se pelea con quien puede todo el tiempo. Agrede a estudiantes o a madres buscadoras. Su vocación porril puede más que sus aspiraciones a ser un polemista respetado. Los pleitos entre Adán Augusto López y Ricardo Monreal han llegado incluso a denuncias de corrupción. El senador Adán Augusto —por cierto, impulsor de la senadora Chávez— se empeña en boicotear a Luisa María Alcalde, que dicen que es presidenta del partido, y quien le rechazó a su protegido Yunes. Monreal se dedica a sabotear a la gente de Claudia en el recinto diputadil.Es Morena contra Morena. Ahí está todo el poder y ahí están también todos los pleitos. Ensoberbecidos con su triunfo, no ven que Sheinbaum les saca más de 30 puntos a su propio partido, y que ellos solos se han convertido en su propia oposición.@juanizavala

Morena vs Morena | Opinión
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