En Cartas a un joven novelista, el escritor Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura fallecido este domingo a los 89 años, escribió: “Detrás de esas aventuras ficticias que encienden la imaginación y conmueven, hay no solo intuición, fantasía, invención y una pizca de locura, sino también terquedad, disciplina, organización, estrategia, trampas y silencios y una urdimbre compleja que levanta y sostiene en vilo la ficción”. Tal vez habría que agregar: mucho de realidad. El escritor peruano, que también tenía la nacionalidad española, usó muchas de sus experiencias de vida como inspiración a algunas de sus obras más famosas, como La ciudad y los perros, La tía Julia y el escribidor o El pez en el agua, en la que relata su breve pero apasionado paso por la política de su país natal. Estos son algunos de los hechos más memorables de la vida de uno de los grandes narradores del castellano, uno de esos escribidores que contó con maestría los dolores y pasiones de un territorio cuya actualidad seguía con fervor y que por muchos años analizó en su columna Piedra de toque, que publicaba en EL PAÍS. “El escritor siente íntimamente que escribir es lo mejor que le ha pasado y puede pasarle, pues escribir significa para él la mejor manera posible de vivir”, afirmó Vargas Llosa.1. El Colegio Militar, las “cartas de amor y novelitas picarescas”Vargas Llosa ingresó a los 14 años, en 1951, al Colegio Militar Leoncio Prado, un internado donde recibió una férrea educación de corte militar. La estancia en ese centro de estudios fundado en 1943 lo marcó a tal punto que llegó a decir durante un homenaje que le hizo esa escuela militar que en su encierro, en sus años como cadete, supo cuál iba a ser su camino:“Descubrí que mi vocación era la literatura y que lo que yo quería ser en la vida era escritor”. El Nobel llegó a describir el ambiente en la institución como “poco hospitalario y estimulante para el ejercicio de la literatura”, pero recordó que allí tuvo el tiempo suficiente para sumergirse en la lectura y la escritura. “El colegio me dio unas experiencias no siempre positivas, algunas profundamente negativas, pero que me hicieron entender mejor lo qué era la vida y cómo no era para nadie un lecho de rosas, pues había obstáculos, conflictos, frustraciones e injusticias, y ese era el ámbito del ser humano”, dijo Vargas Llosa durante el homenaje que le hizo el colegio militar en 2011. En aquellas celdas el adolescente escribía cartas de amor o pequeñas novelas “picarescas” por encargo de sus compañeros, pero más tarde ese ambiente opresivo sería el escenario de su primer gran éxito literario: La ciudad y los perros, publicada en 1963. Cuando la novela se publicó levantó ampollas en la institución. Así lo recordó el escritor en una entrevista concedida en La Habana en 1965: “El general José del Carmen Marín, jefe del Ejército y fundador del Leoncio Prado, y el general de la Barra han sido mis críticos literarios más severos. En declaración pública de septiembre del 64 me llaman autor procaz y nauseabundo, traidor a la patria, comunista y resentido. También los cadetes modelos del año firman un comunicado conjunto que titulan: ‘Cuatro espadas de honor de los Institutos Armados se levantan contra una pluma”. Se convocó a una asamblea de exalumnos que enjuició mi caso y 1.000 ejemplares del libro se quemaron en ceremonia oficial en el parque del Leoncio Prado”.2. La tía JuliaLos amores del escritor también han marcado su vida literaria. Vargas Llosa se enamoró a los 19 años de su tía política, Julia Urquidi Ilianes, hermana de la esposa de su tío Luis Llosa. El amorío había desatado un terremoto en la familia, escandalizada no solo por el parentesco, sino porque Urquidi era diez años mayor que el joven escritor. Hubo hasta amenazas de balas y la pareja resolvió el escándalo casándose en 1955. Se mudan a París, donde Vargas Llosa continúa sus estudios y viven con un presupuesto ajustado. A París llega una prima, Patricia Llosa, de la que el escritor se prende y por la que deja a Julia. Parte de la historia la cuenta en su novela La tía Julia y el escribidor, que tuvo una respuesta en una obra escrita por Julia Urquidi, titulada Lo que Varguitas no contó. En la obra se perfila a un hombre mujeriego, que puso en peligro el matrimonio por amoríos. Con Patrica Llosa estuvo casado durante 50 años. Luego terminó el matrimonio e inició una relación de ocho años con Isabel Preysler, que terminó en 2022. El escritor habló en una ocasión de su trabajo en obras como La tía Julia y el escribidor: “Partí de algunas experiencias aún vivas en mi memoria y estimulantes para mi imaginación y fantaseé algo que refleja de manera muy infiel esos materiales de trabajo. No se escriben novelas para contar la vida sino para transformarla, añadiéndole algo”.3. Romance y desilusión con la Revolución cubanaEl líder guerrilleroFidel Castro y sus allegados, en Cuba, en 1957.CBS Photo Archive (Getty Images)Mario Vargas Llosa viajó a Cuba en 1962, en medio de la tensa relación entre Washington y Moscú que puso los pelos de punta al planeta entero, la llamada Crisis de los misiles, que se desató cuando Estados Unidos descubrió que la Unión Soviética mantenía en la isla caribeña bases de su Ejército con misiles de alcance nuclear. La Revolución había triunfado en 1959 y todavía lograba el apoyo de los progresistas de todo el mundo. Escritores e intelectuales visitaban La Habana en apoyo a la revolución y Vargas Llosa decidió viajar en medio de aquel vendaval diplomático. “Yo estuve aquí por primera vez cuando la crisis del Caribe. A partir de ese contacto me sentí algo más que solidario, comprometido. A ningún latinoamericano escapa que la Revolución cubana inaugura la transformación de América. Admiro, además, los saltos geométricos que la Revolución ha dado en la educación y las artes. La política cultural no ha caído en los errores de otros sistemas socialistas, aunque Cuba no es la única en esta amplitud. Aquí veo ediciones de Kafka, de Joyce. Hay poetas herméticos y poetas abstractos. Cuba es un modelo”, dijo el escritor en una entrevista concedida en La Habana en 1965 al diario Revolución, en un segundo viaje invitado para formar parte del jurado del premio literario Casa de las Américas. Vargas Llosa rompería dos años después con la revolución tras el encarcelamiento del poeta Herberto Padilla. Desde entonces mantuvo una postura crítica contra el régimen y cuando falleció Fidel Castro afirmó a EL PAÍS: “A Fidel Castro no lo absolverá la historia. Espero que esta muerte abra en Cuba un periodo de apertura, de tolerancia, de democratización. La historia hará un balance de estos 55 años que acaban ahora con la muerte del dictador cubano. Él dijo que la historia le absolverá. Y yo estoy seguro de que a Fidel no lo absolverá la historia”.4. El desencuentro con García MárquezMario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez, en Lima, Perú, en 1967. Revista CaretasEn 1971 el escritor peruano se doctoró de la Universidad Complutense de Madrid con una tesis titulada Historia de un deicidio, consagrada a quien ya era un amigo muy querido y admirado, el escritor colombiano Gabriel García Márquez. Gerard Martin, biógrafo de García Márquez, dijo que la obra es “uno de los homenajes más generosos y notables de la historia de la literatura que un gran escritor haya dedicado nunca a otro”. Ambos se habían conocido en Caracas en 1967, el mismo año en que García Márquez publicó su gran éxito editorial, Cien años de soledad. Vargas Llosa había viajado a la capital venezolana a recoger el Premio Rómulo Gallegos por La casa verde, su segunda novela. Se volvieron a encontrar ese mismo año en Lima, para participar en un coloquio organizado por la Universidad de Ingeniería sobre la literatura latinoamericana. Así nació una fuerte amistad y complicidad unidas por la pasión a la literatura –Faulkner era, dijo Vargas Llosa, “nuestro común denominador”– y la admiración por la obra del otro. Vargas Llosa veía en su amigo a un escritor ya clásico. Fue la revolución cubana la que comenzó a alejarlos. Cuando apresaron al poeta Herberto Padilla, Vargas Llosa escribió una carta a Fidel Castro firmada por otros intelectuales como Juan Goytisolo, Julio Cortázar, Octavio Paz, Juan Rulfo, Jorge Semprún, Plinio Apuleyo Mendoza y Carlos Fuentes, así como Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir y Susan Sontag, pero García Márquez se negó a poner su rúbrica y montó en cólera cuando su nombre apareció sin su permiso en la misiva dirigida a Fidel Castro. A pesar de las diferencias políticas mantuvieron la amistad, pero en 1976 ocurrió en Ciudad de México un incidente que ya es mítico en la literatura latinoamericana: Vargas Llosa se acercó a García Márquez y le propinó un puñetazo brutal, que derribó al escritor. No se saben las causas del incidente, aunque algunos testigos dicen que el peruano le espetó: “¡Esto es por lo que le hiciste a Patricia!”, su esposa. Desde entonces la amistad se rompió por completo.5. El paso por la política y la derrota electoralMario Vargas Llosa en un mitin de la campaña de las elecciones legislastivas de Perú, en 1990.Gervasio SánchezEl escritor peruano proclamó en junio de 1989 su candidatura a la presidencia del Perú. Lo hizo en la Plaza de Armas de su natal Arequipa y cuando su país vivía el terror sembrado por el grupo Sendero Luminoso, que causaba atentados, secuestros y matanzas. Vargas Llosa, según contó en ese momento EL PAÍS, se subió a la carrera presidencial “basándose en propuestas económicas, con frases contundentes como “modernidad”, “propiedad e iniciativa privada”, “mercado libre sin Estado patrón”, “país de la prosperidad económica e industrial”. A sus 54 años, en abril de 1990, Vargas Llosa lograba pasar a la segunda vuelta del proceso electoral, enfrentado al ingeniero de origen Japonés Alberto Fujimori, de 51 años. Los cálculos entonces daban al escritor alrededor de un 34% de los votos y Fujimori, algo más de un 25%. Vargas Llosa renunció ese año de forma sorpresiva a la candidatura presidencial, aparentemente por disputas internas entre las organizaciones políticas del bloque conservador Frente Democrático (Fredemo), pero días después accedió a continuar en el proceso electoral, que perdería frente a Fujimori. En una entrevista con este diario dio unas polémicas declaraciones, en las que aseguró: “Yo no vacilaría en dar orden al Ejercito de disparar” para defender la democracia de su país. Parte de su paso por la política lo contó en sus memorias, El pez en el agua.6. Nobel de Literatura al “cartógrafo de las estructuras del poder”El otoño de 2010 marcó para siempre la carrera de escritor de Vargas Llosa. Peter Englund, secretario de la Academia sueca, dijo su nombre el 10 de octubre de ese año al anunciar el Premio Nobel de Literatura. Hubo una explosión de júbilo en América Latina, entre escritores e intelectuales, sus lectores y hasta la clase política de todos los colores, que admiran al escritor latinoamericano. El propio Vargas Llosa se mostró sorprendido en una entrevista concedida ese día: “Creía que había sido completamente olvidado por la Academia, ni siquiera sabía que el premio se entregaba este mes”. Vargas Llosa recibió la noticia en Nueva York, donde se encontraba dictando un curso sobre Borges en la Universidad de Princeton. La Academia sueca justificó así su decisión: “Por su cartografía de las estructuras del poder y sus mordaces imágenes de la resistencia individual, la revuelta y la derrota”. El escritor igualaba de esta manera a su viejo amigo, García Márquez, quien había recibido el Nobel en 1982.7. Controvertido apoyo a Keiko FujimoriKeiko Fujimori en Lima, Perú, el 12 de junio de 2021. Carlos Garcia (Getty Images)Mario Vargas Llosa fue un feroz crítico del Gobierno del autócrata Alberto Fujimori, fallecido en Lima a los 86 años el 11 de septiembre de 2024. El escritor había catalogado a Fujimori en 1997 como un “fantoche” de los militares y dijo que su oposición al presidente era “una obligación moral de alerta” ante los excesos que realizaba el mandatario. Dijo que Fujimori era un “ladrón inepto” y alertó de que en Perú había una “nueva forma de dictadura, que guarda apariencias democráticas, con un fantoche civil por delante y con militares gorilas atrás, como en el pasado”. En una entrevista con EL PAÍS en su casa de Lima en 1997, Vargas Llosa afirmó: “Lo más inquietante para mí es que la dictadura se ha consolidado, [Fujimori] tiene un control muy firme prácticamente de todas las instituciones públicas: Congreso, poder judicial, Ejército y medios de comunicación. No hay contrapoder”. Debido a esas críticas fue sorpresiva su decisión de apoyar en tres ocasiones la candidatura de la hija del autócrata condenado a 25 años de cárcel por delitos contra los derechos humanos. El escritor participó, vía Internet, en un acto que realizó en mayo de 2021 en Arequipa la candidata presidencial peruana Keiko Fujimori para hacer un “juramento democrático”. Vargas Llosa dijo que votaría por ella y pidió a sus compatriotas que hicieran lo mismo. “A diferencia de lo que ha ocurrido en otras elecciones, no vamos a elegir a unas personas, sino vamos a optar por un sistema: esto lo han decidido nuestros adversarios”, dijo. Unos días más tarde, el Nobel pidió a Keiko Fujimori salvar al Perú de “caer en manos del totalitarismo”.8. La retirada de la escritura y el periodismoEl escritor peruano cerró en otoño de 2023 la última página de su vida como escritor. Ese año Alfaguara publicó la que dijo sería su última novela, Le dedico mi silencio. Terminaba así una larga carrera literaria que lo consagró en vida como uno de los más grandes escritores de Latinoamérica y el mundo. El invierno de ese mismo año dio otro anuncio sorpresivo: dejaba también el periodismo. Terminaba con su columna quincenal en EL PAÍS, Piedra de toque, en la que analizó durante 33 años desde la actualidad política de América y Europa o desmenuzaba sus pasiones literarias. “Para poder escribir novelas yo he necesitado siempre tener un pie en la actualidad”, afirmó en una entrevista con este diario. “Yo no soy un escritor de literatura fantástica sino de literatura realista. El hecho de vivir tantas horas, todos los días, embebido en la ficción ha significado la necesidad de salir de ese mundo de imaginación y ver, tocar, el mundo real, salir de la torre de marfil”. Su trabajo periodístico cerraba con un consejo a los jóvenes periodistas: “El único consejo que transmito a los jóvenes que se inician como escritores en la prensa diaria: decir y defender su verdad, coincida o discrepe con lo que el diario defiende editorialmente”. De esta manera ese Quijote latinoamericano, consagrado en las letras mundiales, se retiraba con su familia. En una de las últimas fotos publicadas por su hijo, Álvaro Vargas Llosa, se ve al escritor apacible, sentado en un sillón, haciendo lo que más lo apasionaba: leer, porque era un lector voraz.

Mario Vargas Llosa, una vida en ocho escenas
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