En su nuevo libro “Los cárteles gringos: la crisis del fentanilo en Estados Unidos y el fracaso de la DEA para combatirla”, el periodista Jesús Esquivel expone con documentos y entrevistas el funcionamiento de las redes criminales dentro del territorio estadounidense, su conexión con la crisis sanitaria por consumo de opioides sintéticos y el uso político que las autoridades han hecho del combate al narcotráfico.La investigación, explicó en entrevista para Aristegui en Vivo, revela una realidad que durante años ha sido ocultada por las agencias de seguridad y los medios de comunicación de ese país.“Creo que concluye lo que todos habíamos sospechado, que quienes vendían las drogas en Estados Unidos, en algún momento iban a querer llegar a otro puesto por el dinero”, afirmó Esquivel, y sostuvo que al igual que los narcos mexicanos fueron llamados en su momento “colombianizados”, ahora los grupos estadounidenses se han “mexicanizado”.Explicó que el libro se basa en una extensa investigación documental y en entrevistas con agentes de la DEA, entre ellos John Callery, quien encabezó una iniciativa del gobierno de Estados Unidos específicamente dirigida a combatir a los cárteles domésticos.Según Esquivel, Callery reconoció que hubo un presupuesto aprobado por el Congreso para esta tarea, con personal de la DEA trabajando en colaboración con policías locales.“Todo está de acuerdo ahí con documentos”, señaló el autor, quien destacó que los cárteles mexicanos ya solo se dedican a cruzar la droga hacia la frontera, mientras que los grupos estadounidenses son quienes la distribuyen y venden dentro del país.Los llamados “cárteles gringos”, dijo Esquivel, están integrados por pandillas y clubes de motociclistas como los Hell’s Angels, presentes en distintos estados con estructuras jerárquicas regionales que operan bajo un modelo de “franquicia”.“En cada franquicia hay un jefe, un presidente y un vicepresidente, no obedecen a uno solo, se combinan y entre ellos se reparten“, explicó.A diferencia de los cárteles tradicionales, estas organizaciones no tienen un líder visible ni una estructura unificada, lo que las hace más difíciles de rastrear.No hay un capo, y eso los hace más sofisticados.Además, criticó que la violencia vinculada a estos grupos suele permanecer fuera del foco mediático.“Coexisten, no se ve (la violencia), pero porque los medios no la publican” y puso como ejemplo, que el expresidente Donald Trump ha hablado de “grupos violentos” en Estados Unidos, pero sin llamarlos “cárteles”, porque es deliberado y “tienen el cuidado de no decir cárteles”.Esquivel afirmó que incluso durante las audiencias en el Congreso estadounidense, en las que se solicitaban recursos para combatir estas estructuras, se evitaba cuidadosamente el término “cártel”.Me dijo Callery, no usamos la palabra cárteles porque hubiéramos espantado a los congresistas y no nos dan dinero.Mencionó que esa estrategia también ha servido, según dijo, para desviar la atención hacia México.“Llegó la exadministradora de la DEA y decidieron volver a culpar a México. Meter bajo la alfombra el tema de los cárteles gringos”, agregó.El periodista también criticó la narrativa mediática que ha convertido a figuras como Joaquín “El Chapo” Guzmán en celebridades, mientras se invisibiliza a las estructuras criminales estadounidenses.“Al Chapo Guzmán lo hicieron ellos, todo eso lo hizo la DEA”, dijo y advirtió que esa estrategia ha sido funcional para justificar el gasto público en seguridad y mantener una narrativa que responsabiliza a los cárteles mexicanos por la crisis de drogas en Estados Unidos.Uno de los temas centrales del libro es el auge del fentanilo, una droga sintética mucho más rentable y letal que la heroína o la cocaína.Es muy complicado (de detectar), más barato, más fácil y que deja mucho más dinero.Según el periodista, el número de muertes ha disminuido recientemente, pero no por acciones del gobierno. “No es porque Trump haya sellado la frontera. Es porque la gente ya está más consciente de que se mueren con una sobredosis y porque ya es muy popular el antídoto, el Narcan”, dijo en referencia al medicamento nasal gratuito distribuido en farmacias, subsidiado por el gobierno estadounidense.Aun así, la cifra oficial de fallecimientos sigue siendo alarmante y expuso que en promedio es de “300 personas cada 24 horas“, indicó Esquivel.Advirtió que el número real podría ser mayor, ya que muchas familias evitan que se registre la causa de muerte como sobredosis por miedo al estigma.“Piden que en las actas de defunción se ponga que se murió por asfixia, por un paro cardíaco, cuando en realidad fue por una sobredosis“.Señaló que incluso el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) reconoce que las cifras podrían estar subestimadas.El capítulo final del libro está dedicado a Bryce, un adolescente estadounidense que murió por sobredosis en su casa, frente a su madre.“Lo primero que le pregunté fue, ¿quién le vendió las drogas? Y me dijo, ‘los de aquí’, no fueron los mexicanos”, contó Esquivel.El caso, dijo, ilustra que el consumo y distribución del fentanilo está profundamente enraizado en la sociedad estadounidense, y no puede explicarse únicamente como un problema de tráfico desde el exterior.En el libro Los cárteles gringos, Esquivel también aborda el papel de las farmacéuticas en la expansión de los opioides, así como las rutas del lavado de dinero en fábricas de ropa en ciudades como Nueva York y Los Ángeles.“La mayoría de los narcos gringos que integran a los cárteles son hombres blancos“, afirmó el autor, quien criticó que esta dimensión del problema se mantenga en la sombra.Ante la magnitud de lo revelado, Esquivel recordó que el gobierno mexicano, bajo la administración de Andrés Manuel López Obrador, pidió a Estados Unidos información oficial sobre estos grupos. La respuesta del Departamento de Justicia incluyó nombres de pandillas y clubes de motociclistas, aunque en algunos pasajes del documento se les llama “grupos violentos” y en otros “cárteles”, lo que evidencia, según Esquivel, la contradicción y el doble discurso del gobierno estadounidense.La obra, publicada por Grijalbo, será presentada en la librería Rosario Castellanos este jueves.Esa situación me hizo recordar lo que hace varios años me dijo un editor del Washington Post hablando en una conferencia sobre el narcotráfico, ‘no es sexy hablar de los cárteles domésticos’.Con este libro, Jesús Esquivel desafía esa narrativa y pone en el centro del debate la verdad incómoda estadounidense respecto a la crisis del fentanilo, de las redes criminales dentro de Estados Unidos y de un sistema de justicia que, dijo, ha decidido mirar hacia otro lado.Ve aquí el video completo de la entrevista:

Los verdaderos cárteles están en EU y no los persiguen: Esquivel
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