Josefa tenía 73 años, residía en O Bolo (Ourense) y el pasado 6 de abril su marido la mató con un arma blanca. Es la tercera víctima de violencia machista mayor de 65 años de las ocho contabilizadas en lo que va de 2025. Las mujeres de este grupo de edad representan el 13,2% de las asesinadas desde que empezó a hacerse un recuento oficial en 2003. Y, sin embargo, el número de las denuncias que presentan es ínfimo: en 2023, las que tenían entre 65 y 69 supusieron el 0,9% del total, y las de más de 70, el 0,5%, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Los datos, que apenas tienen variaciones en la última década, reflejan una realidad oculta e invisible, la de quienes han sufrido violencia de género durante décadas. “Nunca supo nadie nada. Es que también me sentía yo como menos… Sentía que la gente me miraría mal. ¿Me entiendes? Yo misma me retraía por el qué dirán”, relata una víctima de 67 años atendida por Cruz Roja.Esa realidad invisible se da, incluso, en una sociedad que trata de combatir la violencia machista. Muchas de las mujeres mayores que la padecen han normalizado el maltrato y lo sufren en silencio, como algo que ocurre dentro de una pareja, y sienten como un fracaso romper la relación porque se les ha inculcado que la misión de la mujer es el cuidado del hogar y de la familia. “Anteriormente ya me había sacudido. Pero yo nunca hablé. No me dejaba ir al médico. Esta pierna no terminé de curarla por culpa de él, porque no me dejó ir, para que no hablase. Y cuando fui, fui con él, que fue cuando me rompió este brazo”, es el testimonio de otra mujer de 67 años. Una tercera, de 66, lo describe así: “Yo no tenía ni amigas, me tenía aislada completamente. Esa psicología la tenía yo tan arraigada que no tenía poder de reacción por sí misma”.Iratxe Herrero, socióloga, criminóloga y experta en longevidad e igualdad, asegura que las mujeres mayores son víctimas doblemente olvidadas que no están en el imaginario colectivo porque la sociedad no identifica a una mujer mayor como víctima. “Cuando se habla de violencia de género, la sociedad piensa en una chica joven, por lo que trae consigo el acoso en redes; o en una mujer de edad mediana con hijos e hijas. Fuera de eso, las otras mujeres (de más de 65 años) están completamente olvidadas. Como son mayores y no salen habitualmente en campañas de prevención, damos por hecho que contra ellas no se ejerce violencia. Tampoco se identifica a un hombre mayor como maltratador. Es la idea estereotipada asociada a esa edad de que son seres cándidos. Eso beneficia al maltratador mayor, con lo cual ellas son víctimas aún más invisibles”.El último informe del Defensor del Pueblo, presentado a finales de marzo, menciona de manera específica a las mujeres mayores víctimas de violencia machista. Y sus conclusiones son demoledoras. Habla de violencia “oculta”, “perpetrada a lo largo de los años” y que está “socializada y normalizada”. E incide: “No son capaces de denunciar (por lo que parece que existen complicaciones para acceder a la justicia) y tienen muchas dificultades para salir del entorno violento. Además, quienes consiguen pedir ayuda se enfrentan a servicios y políticas públicas no adaptados a su realidad”.Desde la institución, además, “se ha constatado que les resulta complicado acceder a las acreditaciones administrativas y a las ayudas económicas previstas en la Ley”. El Defensor del Pueblo asegura que ha recibido quejas de mujeres mayores relativas a su acreditación como víctimas. “Se les obliga a pasar por entrevistas y procesos administrativos en los que su edad, su situación de dependencia, sus problemas de salud y movilidad o sus dificultades tecnológicas no son tenidas en cuenta, ni por los protocolos, ni por las redes asistenciales que les atienden. Los servicios sociales aplican un modelo común de acreditación que está pensado para otro tipo de víctima”.Es decir, son políticas, según el Defensor del Pueblo, que tienden a partir del presupuesto de una víctima más joven, laboral y tecnológicamente más capacitada, más activa, que es capaz de afrontar por sí misma una nueva vida y alcanzar su independencia económica. Cuando a esos servicios sociales acude una mujer mayor para pedir ayudas para subsistir, “se descubre una violencia padecida durante años”.
El 67% de las mujeres mayores de 65 años que han sido víctimas de violencia de género lo han sido durante más de dos décadas, y de esas, el 40% durante más de 40 años, según los datos recabados por Cruz Roja con una muestra de 245 mujeres usuarias del Servicio Telefónico de Atención y Protección para víctimas de la violencia de género (Atenpro). Son cifras recogidas en la publicación Mujeres mayores de 65 años víctimas de violencia de género de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género en 2019.Además, el 98% siente miedo y el 80% manifestó que el maltratador aplicaba mecanismos de control y aislamiento. Varios testimonios recogidos por Cruz Roja lo corroboran. “Yo no he contado nunca nada porque mi madre no ha consentido que contara nada. Es a lo que te acostumbras, al silencio y a callar. Te lo tienes que guardar tú, y encima disimular”, describe una mujer de 80 años.Las razones por las que las mujeres encuestadas decidieron continuar en esas relaciones de pareja pese a todo son diversas. Un tercio manifiesta que lo hizo por sus hijos e hijas, otro 35%, por miedo a que las mataran. “Mis hijos me decían que era muy mayor para separarme, que dónde iba a ir”, confiesa una mujer de 71 años de un pueblo en un testimonio facilitado por Cruz Roja.Otra lo resume así: “Se ha apoderado de ti toda la santa vida porque han sido 40 años de casados y dos de novios. Estás como una esclava. ‘Lo tenías que haber dejado’, te dice la gente. Lo dice quien no ha pasado por eso. No tienes un dinero para disponer de ti, para poder ir a otro piso, a otra ciudad. Si sólo tienes el sueldo de él, adónde vas. Es muy difícil, aunque seas muy valiente. Y cuanto más pasan los años, peor”.No hay investigaciones más recientes a nivel nacional, pero las que ha habido posteriormente con carácter autonómico reportan cifras similares. Por ejemplo, según el informe Violencia de género y mujeres mayores en la Comunidad Autónoma de Euskadi: visibilizando una vulnerabilidad opaca, de 2023, y financiado por Emakunde-Instituto Vasco de la Mujer, se estima que una de cada cuatro mujeres mayores de 65 años ha sufrido violencia machista a lo largo de su vida.“Se nos ha enseñado a no protestar, a aceptar lo que hay, a no pedir… Y cambiar esta forma de pensar a nuestra edad es más difícil”, es el testimonio de una víctima recogido en ese estudio. “Yo fui a contarle al cura de mi pueblo que mi marido me pegaba y me dijo que igual que Cristo llevó su cruz con dignidad, si era yo buena cristiana que hiciera yo lo mismo con mi matrimonio”, apunta otra.Buena parte de la juventud de estas generaciones de mujeres víctimas de violencia de género transcurrió durante la dictadura franquista, que ataba a las mujeres a la potestad del padre, y después a la del marido, la casa y los hijos.
La experta en longevidad e igualdad Herrero añade: “Otro elemento, en el que también influye la educación que han recibido y la generación a la que pertenecen, es que no se consideran a sí mismas como víctimas, no consideran que estén pasando por un proceso de victimización, sino por algo normal que se produce dentro de la pareja. Han crecido con la idea de una vida abocada a casarse, tener hijos y mantener una familia unida por lo que entienden como un fracaso romper la relación. La violencia de género en aquella época ni existía y eso hace que no se consideren víctimas, no acuden por lo tanto a interponer denuncia ni a pedir recursos. Y los que ofrecen esos recursos, no las conocen”.Ese rol de género tan rígido en el que han crecido se hace evidente, según el testimonio recogido en el estudio firmado por Herrero y Carlos Díaz de Argandoña, directores de Y-logika, gabinete de investigación social aplicada. “Vienen y te dicen: ‘Mira lo que me hace, a ver si puedes hacer algo para que mi marido cambie’. Están esperando que ellos cambien, pero, por desgracia, no suele ser así”.Vanessa Céspedes, psicóloga y responsable nacional del servicio de atención y protección para víctimas de violencia contra las mujeres de Cruz Roja, ahonda en esa idea. “A las mujeres mayores no les es nada sencillo pedir ayuda, de hecho, es uno de los grupos infrarrepresentados en los centros de servicios sociales específicos que atienden violencia. En Cruz Roja hay proyectos específicos donde tenemos a más de 20.000 mujeres y sólo un 3% de ellas son mayores de 65. Y sabemos que no son las cifras reales”, explica.“Hay muchas barreras que explican esa invisibilidad, son relaciones de maltrato muy, muy largas. Cuando esas relaciones empezaron, la violencia estaba social, cultural y legalmente legitimada, estaba normalizada. Y si, como nos cuentan cuando las atendemos, se daban cuenta de que esa no era la relación que tenían pensada y querían salir, el mensaje que se encontraban era: ‘vuelve a casa con tu marido y a cuidar de la familia”. señala Céspedes.Poco a poco, se les va generando una indefensión, la sensación de no tener salida, como son las responsables del cuidado familiar, si algo falla es su responsabilidad. “Está también la vergüenza de que todo el mundo habla de ti en el caso de que te separes. Los daños son tan intensos después de tantos años, que esa indefensión y esa vergüenza las han asimilado como propias. No la identifican como una violencia que les pasa a muchas mujeres, sino como algo personal. Y ese silencio se mantiene”, prosigue Céspedes.Un estudio de la Universidad de Vigo publicado en 2024 analiza, precisamente, la atención prestada en los servicios sociales a las mujeres mayores de 65 años víctimas de violencia de género. Y sus conclusiones (con entrevistas a 90 profesionales del sector) son parecidas a las que recoge el Defensor del Pueblo. Según Yolanda García, una de las autoras del estudio, el aspecto más llamativo es este: “Los servicios sociales no contemplan acciones suficientes en relación con la violencia de género sufrida por mujeres mayores de 65 años, aunque sus profesionales sean conscientes de que la violencia de género en ellas se expresa de forma distinta que en mujeres jóvenes. Por ello, requieren de una atención y unos recursos específicos”.El teléfono 016 atiende a las víctimas de violencia machista, a sus familias y a su entorno las 24 horas del día, todos los días del año, en 53 idiomas diferentes. El número no queda registrado en la factura telefónica, pero hay que borrar la llamada del dispositivo. También se puede contactar a través del correo electrónico 016-online@igualdad.gob.es y por WhatsApp en el número 600 000 016. Los menores pueden dirigirse al teléfono de la Fundación ANAR 900 20 20 10. Si es una situación de emergencia, se puede llamar al 112 o a los teléfonos de la Policía Nacional (091) y de la Guardia Civil (062). Y en caso de no poder llamar, se puede recurrir a la aplicación ALERTCOPS, desde la que se envía una señal de alerta a la Policía con geolocalización.