El salto de portavoz del Congreso a la presidencia del partido es extraño en el PNV, pero no inédito. Aitor Esteban tiene el precedente de Xabier Arzalluz, que lo hizo tras la legislatura constituyente (1977-79). Les une la asunción de una grave responsabilidad en tiempos difíciles y un caudal de pragmatismo. Pero si el reto principal del primer mandato de Arzalluz fue consolidar en el PNV el pragmatismo autonomista, la meta de Esteban, el veterano prestigioso que encabeza la renovación de su dirección, es revertir su descenso electoral frente al auge de EH Bildu en plena crisis política global.El principal debate entre PNV y EH Bildu no va a solventarse en su terreno tradicional, el soberanismo, lo que no significa que los peneuvistas dejen esa bandera a los de Arnaldo Otegi. Estará en su retórica, sometida al pragmatismo pactista. Ambos saben que su futuro se juega en la respuesta acertada a las demandas sociales de los vascos en un mundo cambiante.La explicación radica en que la reivindicación independentista ha caído en picado tras el final del terrorismo, la recesión de 2008-2014 y la pandemia. Esta última reveló las carencias de los servicios públicos del Gobierno vasco, encabezado por el PNV, y las elecciones de 2023 y 2024 confirmaron su pérdida de hegemonía, la burocratización del partido y el distanciamiento de los jóvenes y de las clases medias. El cambio en las reglas internacionales con el desafío autoritario del presidente de EE UU, Donald Trump, añade aún más incertidumbres.La renovación de la dirección del PNV completa el cambio iniciado hace un año con la sustitución de Iñigo Urkullu por Imanol Pradales como lehendakari. Lo ha sido de funcionamiento, no ideológico. Tampoco lo hay con el relevo de Andoni Ortuzar por Esteban. Obedece a equilibrios internos. El PNV es socialcristiano de origen, europeísta, lindante con la socialdemocracia, coherente en su alineación europea con el Partido Demócrata del primer ministro francés, François Bayrou, defensor del cordón sanitario a la ultraderecha. Una orientación, incluido el rechazo al pacto PP-Vox, que ha seguido Esteban como portavoz en Madrid. La ponencia aprobada este domingo tiene aroma socialdemócrata.Es previsible que Esteban se entienda con Pradales, que en su breve mandato ya ha desplegado una política de diálogo y pactos de orientación progresista. Acaba de acordar una reforma fiscal con su socio gubernamental, el PSE, y Podemos. Se ha acercado a los sindicatos, incluido ELA, superando un largo enfrentamiento. Ha criticado el rechazo de la patronal Confebask a la subida del salario mínimo, al impuesto a la banca y a la reforma fiscal.La inclinación peneuvista al centroizquierda tiene que ver con la competencia con EH Bildu; con su socio, el PSE, y la respuesta al auge de la ultraderecha europea, traducida en España en los pactos PP-Vox. Pero su trasfondo es responder a su electorado, que se define de centroizquierda con una imagen del PNV escorada al centroderecha.Esteban parte de un activo: la mayoría del voto perdido por el PNV está en la abstención. EH Bildu, en auge tras haber absorbido el voto de Podemos, tratará de morderle. Pero el PNV, que no tiene las ataduras del pasado de EH Bildu, está en mejores condiciones de recuperarlo si Pradales acierta en su gestión y Esteban moviliza al partido, a lo que contribuirá su capacidad comunicadora y experiencia. Es su hora de la verdad, que se pondrá a prueba en las elecciones municipales de 2027.El probado compromiso europeo del PNV es otro activo que Esteban puede explotar frente a la historia de EH Bildu en un momento en que Europa reivindica su identidad democrática frente a los totalitarismos y las ultraderechas locales, la primera línea de la política actual.

Shares: