Cada vez los niños duermen menos, se aíslan más y pierden la capacidad de concentrarse. Detrás de todo ello hay un claro culpable: el abuso de las pantallas. Como doctor y como padre, Javier Albares (51 años, Albacete), experto en medicina del sueño, no se podía quedar de brazos cruzados. Generación Zombi ha llegado a las librerías para concienciar a las familias sobre cómo los móviles y las tabletas moldean a una generación atrapada en la hiperestimulación, la adicción y la privación crónica del sueño. Con la convicción de que todavía hay tiempo para devolverles la felicidad y el descanso, el médico plantea retos y soluciones a las familias.Pregunta. ¿Cuál es el motivo que le lleva a escribir este libro? Respuesta. Los niños y adolescentes caminan por las calles con el móvil totalmente abstraídos por la luz de la pantalla. Estamos criando entre todos a una generación zombi. Me preocupa porque tengo dos hijos. Empecé a investigar cómo educarlos en un uso digital racional y cuando vi las repercusiones en su desarrollo me saltaron las alarmas. Son mucho mayores de lo que yo pensaba como padre y como médico. Consideré que debía difundirlo en una sociedad que ya se muestra pesimista con el asunto. Hay opciones para salir de esta rueda de hámster, espero que podamos devolverlos a todos a la vida real.P. Ha llegado a comparar las pantallas con la cocaína.R. Todas las generaciones tienen su droga, esta es silente y discreta, lo que la hace más peligrosa porque los efectos pasan desapercibidos durante un largo tiempo. No deja cadáveres visibles y también afecta a los adultos. La adicción que se genera por el uso excesivo de las pantallas modifica una parte del cerebro, se llama sistema de recompensa y provoca la dependencia. Es el mismo mecanismo que utilizan otro tipo de sustancias como el alcohol y la cocaína. Las resonancias magnéticas cerebrales de personas adictas al mundo digital son muy similares a las que tienen problemas con las drogas.P. ¿Cómo se aprecia la afectación en los menores? R. Las pantallas son un lastre para el desarrollo infantil a nivel físico e intelectual. A mayor utilización, menor capacidad tiene la corteza prefrontal para controlar el cerebro emocional. Vemos niños más agresivos, irritables, con peor salud mental y falta de autoestima, más tristes. Su empatía merma, es una generación que cada vez tiene más dificultades para conectar con los demás.P. ¿Perjudica más el uso de dispositivos en la niñez que en la vida adulta?R. Si en la infancia y adolescencia no se ha aprendido a reflexionar, a razonar de manera crítica, a mantener la concentración, a esforzarse o a dominar un idioma, después será mucho más difícil. Estas tareas quedan en un segundo plano por culpa de las pantallas. En los primeros años de vida se forman los circuitos cerebrales que permiten desarrollar funciones básicas como el control motor, la manipulación, la socialización y el lenguaje. Es durante la adolescencia cuando maduran y se potencian las habilidades cognitivas, conductuales, relacionales y emocionales. P. ¿Cómo ve la apuesta por la digitalización escolar?R. Los estudios demuestran que cuanto más invierten los países en digitalizar las escuelas, menor es el rendimiento. Los alumnos que utilizan las pantallas menos de una hora al día sacan 49 puntos más en las pruebas PISA que los que las usan cinco. Del tiempo que dedican los adolescentes a los dispositivos solo el 3% se emplea en algo creativo. P. ¿Se percibe un descenso del coeficiente intelectual?R. Sí, ya en la década de 1980 el investigador en inteligencia James Flynn analizó la evolución del mismo. Este aumentaba alrededor de tres puntos por década hasta los ochenta y los noventa, cuando no solo se estancó, sino que disminuyó. Muchos expertos coinciden en que el abuso de la televisión facilitó ese descenso inicial, pero con Internet y los videojuegos llegó el declive. El rendimiento en matemáticas de un niño de 11 años es el de uno de 9 en los 2000. La capacidad de concentración merma.P. ¿El exceso de tecnología compromete la felicidad?R. Cuanto antes acceden al móvil, mayor es su frustración y sentimiento de vacío. Incluso, se asocia con una mayor ideación suicida. Cuando les damos un dispositivo para evitar una pataleta, en realidad los estamos privando de un entrenamiento para su futuro. Los niños tienen que molestar y tener rabietas, es su forma de transmitir las emociones y a resolverlas se aprende en la infancia, cuando el cerebro está en una primera fase del neurodesarrollo. Los padres tenemos que poner límites para que crezcan de forma sana, de lo contrario están perdidos.P. ¿Hasta qué edad deberían mantenerse apartados de las pantallas? R. Hasta los 6 años un menor no debería ni verlas. Desde entonces hasta los 12 el uso debe ser de una hora, pero la edad media de posesión del primer smartphone se sitúa en los 11, cuando el nivel de neurodesarrollo es muy frágil. A partir de los 2 años los niños occidentales pasan de media casi tres horas diarias frente a las pantallas, entre los 8 y los 12 la cifra asciende a casi cinco. Los estudiantes de secundaria gastan un 40% del tiempo que están despiertos con dispositivos. Las personas de 18 años tienen el mismo nivel de actividad física que las de 70, es alarmante.P. ¿Se puede evaluar el grado de dependencia a la tecnología?R. Una buena manera de saber el nivel de adicción a cualquier sustancia o hábito es medir el tiempo que tarda uno en consumir desde que se levanta. Son muchos los menores que lo primero que hacen nada más se despiertan es coger el móvil, por no hablar de los que duermen con este debajo de la almohada. La mitad de los adolescentes responden a los mensajes que reciben por la noche. Las pantallas son el gran ladrón del sueño de nuestros niños, un derecho fundamental e imprescindible para su maduración cerebral.P. ¿Cómo interfieren los dispositivos en su descanso?R. Tardan más tiempo en conciliar el sueño, se acuestan más tarde, duermen menos horas, su descanso es de peor calidad, más fraccionado, se despiertan por la noche y tienden a tener más pesadillas. Todo ello repercute al día siguiente en su estado de ánimo, su aprendizaje y su socialización. Las pantallas tienen luz, el principal factor que regula la melatonina, entonces si las utilizan cuando se van a la cama confunden al cerebro, que entiende que no toca dormir.El doctor Javier Albares el 9 de julio en Barcelona.Gianluca BattistaP. ¿A nivel hormonal las pantallas también dejan huella?R. La hormona del crecimiento se libera, sobre todo, en la fase profunda del sueño. Si hay una privación del mismo, afecta al desarrollo. La falta de un descanso reparador también se asocia a los trastornos del lenguaje y numerosos estudios relacionan ya el abuso de las pantallas con el adelanto de la pubertad, sobre todo en las mujeres.P. ¿Por qué engancha tanto el móvil?R. Las pantallas generan pequeñas descargas de dopamina, que es el neurotransmisor de la recompensa, algo que a nuestro cerebro le encanta. Los likes en redes sociales forman parte de este mecanismo, al igual que la velocidad del scroll infinito. En 2002, en la Universidad de Stanford corría como la pólvora entre los estudiantes la existencia de un laboratorio de tecnologías persuasivas, la psicología del control mental. Entre los alumnos se encontraban Mike Krieger y Kevin Systrom, los fundadores de Instagram. Pero es significativo que la mayoría de estos creadores mantengan a sus hijos alejados de las pantallas en escuelas Montessori, saben las consecuencias.P. ¿Hace falta una legislación española más férrea?R. No es mi campo, pero un menor de 18 años no puede comprar alcohol porque es perjudicial. Pues si sabemos que las pantallas también tienen consecuencias evidentes para su salud, deben tomarse medidas. En Taiwán, el Estado cuyos estudiantes tienen el mayor rendimiento académico del planeta, se multa a los padres que dejan a los bebés de menos de veinticuatro meses con dispositivos digitales.P. Ya hay un diagnóstico con nombre y apellido, el síndrome de la pantalla electrónica. ¿Cuáles son los síntomas?R. La sobrexcitación, la desregulación emocional, la irritabilidad, la falta de paciencia y la impulsividad. Una característica es la merma en la capacidad de aprendizaje. Son niños más solitarios, que les cuesta tener relaciones personales auténticas y mirar a la cara. Un síntoma claro es cuando se acaba el tiempo estipulado de pantalla y surgen las conductas violentas. Si un menor siente miedo, buscamos calmarlo. Si está alterado, no se nos ocurriría llevarlo a ver una película de terror. Sin embargo, los hiperestimulamos todo el rato con pantallas.P. ¿Llegan los padres preocupados a su consulta? R. Algunos son conscientes de que se les ha ido de las manos, otros no. Las familias viven con mucho estrés, no llegan a todo y les dan pantallas a los niños para ocupar su espacio. Los adultos también nos hacemos trampas al solitario, pedimos a los pequeños una cosa, pero no predicamos con el ejemplo. No olvidemos que la responsabilidad es nuestra, no de ellos.P. ¿Cómo se puede poner coto a la tecnología en casa?R. Es importante implicar a toda la familia, hacer ver que la disminución de las pantallas nunca es un castigo, sino un acto de amor. Hay que dar alternativas a los menores: actividad física, juego analógico, tiempo de lectura, parque y presencia familiar. Tienen que descubrir el arte, la música y el dibujo. La actual locura digital es un veneno para los niños, pero tiene antídoto y está en nuestras manos.

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