Para desentrañar los orígenes de la comunicación humana conviene observar a quienes comparten con nosotros más del 90% de su ADN: los chimpancés. En lo profundo de las selvas tropicales de África, estos primates no solo trepan árboles o se disputan frutas maduras. También se comunican y lo hacen con una sorprendente complejidad. Se hacen entender mediante gestos casi con la misma cadencia y velocidad que las personas. Saben darse pistas entre sí para urdir planes en beneficio mutuo. Como los humanos, aprenden al observar: imitan lo que hacen sus pares y lo integran en su vida cotidiana. La ciencia se ha centrado, durante mucho tiempo, en estas expresiones faciales, mientras que las vocalizaciones eran un aspecto menos explorado. Pero en esos gritos y chillidos tan peculiares se entrelazan mensajes más complejos de lo que se podría pensar. Así lo señala un equipo internacional de investigadores que se sumergió en la espesura del denso y húmedo ecosistema forestal de Costa de Marfil (África) y grabó más de 4.000 vocalizaciones de 53 chimpancés salvajes (Pan troglodytes) afiliados al proyecto de conservación Chimpancé Taï.El nuevo análisis de estos jadeos, gruñidos y gritos publicado en la revista Science Advances reveló un hallazgo fascinante: los chimpancés combinan estos sonidos en secuencias vocales específicas para referirse a distintas situaciones cotidianas en la naturaleza. Utilizan estas llamadas para buscar comida, hacer un nido, enfrentarse una amenaza o reaccionar a una agresión. El estudio, liderado por Cédric Girard-Buttoz, investigador del Centro de Investigación en Neurociencias de Lyon (Francia), identificó 16 de estas combinaciones vocales o bigramas. Los autores describen cuatro mecanismos distintos mediante los cuales el significado se transforma a través de estas combinaciones. Y lo más importante es que la unión de esas vocalizaciones no es al azar.“En esencia, lo que buscamos es entender el origen del lenguaje humano”, señala el autor principal a EL PAÍS. La investigación que se publica este viernes sugiere que estos patrones vocales representan una etapa intermedia en la evolución del lenguaje. “Los chimpancés usan llamadas individuales que parecen funcionar como palabras”, explica Girard-Buttoz. Los chimpancés no pueden hablar porque no tienen la disposición anatómica adecuada, pero sí logran comunicarse.Estas combinaciones de sonidos son como pequeños bloques de construcción. Algo comparable, según los autores, a cuando los humanos juntan términos como “frío” y “lluvioso” en una sola frase para transmitir una idea. “Las vocalizaciones son iguales en todas las poblaciones, desde Senegal a Tanzania, pero las combinaciones sí varían un poco”, dice. Lara Carrasco, doctora en Primatología de la Universidad de Barcelona, cree que es importante que se investiguen cuáles son los orígenes del lenguaje, pero reconoce que sigue siendo una tarea complicada. “Al final tendemos a antropomorfizar [atribuir cualidades humanas] y todo lo llevamos a nuestro terreno y manera de interpretar”, señala. Para ella es algo “complicado de interpretar”. Esta no es la primera vez que se estudian a los bigramas. Hasta el momento siempre se había analizado este fenómeno de manera aislada y en distintas especies. Algunas aves, como el charlatán de Sumatra (Garrulax bicolor), también combinan sonidos, pero solo en situaciones de peligro. Los chimpancés, en cambio, demuestran una flexibilidad y riqueza que se asemeja más a la nuestra. “Su comunicación es más versátil y diversa que la de otros animales”, añade Girard-Buttoz.El primatólogo Miquel Llorente, profesor en la Universidad de Girona, opina que el estudio obliga a mirar otra vez una línea de investigación que había quedado “un poco en el cajón”. “Quizás es conveniente volver a ver de qué forma los chimpancés utilizan estas llamadas que nos pueden ayudar a entender mejor de qué forma el ser humano ha acabado comunicándose de la forma en la que lo hace”, indica.Mensajes en las raíces de los árbolesLos gestos y vocalizaciones no son su único medio de expresión. Los chimpancés también se comunican con el cuerpo. Golpean raíces huecas, ramas y piedras con manos y pies, generando sonidos rítmicos que viajan a través de la selva. Este tamborileo no es casual. Tiene ritmo y tiene intención. Otro estudio de la revista Current Biology muestra que los chimpancés orientales y occidentales —dos subespecies distintas— tamborilean con sus manos y pies las raíces exteriores de los árboles. La investigación, liderada por Vesta Eleuteri de la Universidad de Viena (Austria), analizó 371 episodios de percusión durante 24 años y descubrió que los chimpancés no golpean de forma aleatoria, sino con ritmo. “Algunos incluso lo hacen con isocronía [regularidad temporal]”, explica Eleuteri. Esos golpes a intervalos regulares que menciona la investigadora tienen una percusión parecida a la canción We Will Rock You, del grupo Queen. Y de nuevo: esos golpes siguen ritmos definidos, no son aleatorios. No es que los chimpancés hagan música como la entienden los humanos, pero usan el ritmo para comunicarse a distancia. Algo que también hacen comunidades como los boras, que habitan tanto Colombia como Perú, los akan (en Ghana) y los bantúes (ubicados desde Camerún a Somalia). “Aunque los chimpancés no están haciendo música, las habilidades que usan (como generar patrones rítmicos en objetos) podrían haber sido bloques evolutivos para el desarrollo de la musicalidad”, indica. Los científicos, por otro lado, observaron que los chimpancés occidentales comienzan a percutir antes de la vocalización pant-hoot. Esta llamada tiene varias fases: una introducción, un crescendo y un clímax. “Los orientales percuten durante el grito final”, matiza. Una ventana al pasado en peligroLos estudios sobre los chimpancés y sus antepasados comenzaron con la investigación pionera de Jane Goodall en los sesenta, marcando un punto de inflexión en la comprensión de estos primates y su lugar en la evolución. Todo esto conduce a una conclusión clave y es que la comunicación no es algo exclusivo del ser humano. Es probable que los antepasados ya poseyeran muchos de los elementos básicos de la comunicación compleja. Los humanos, a juicio de Cédric Girard-Buttoz, llevaron ese sistema al máximo nivel. “La diferencia entre la comunicación animal y el lenguaje humano puede no ser tanto de naturaleza, sino de grado”, reflexiona; pero la conservación de los chimpancés es clave para que continúen estudios sobre la comunicación en primates. Estos animales están en peligro crítico de extinción debido a la pérdida de hábitat, la caza, el comercio de mascotas y las enfermedades. Se estima que quedan aproximadamente entre 170.000 y 300.000 chimpancés en libertad.“La conservación no debe centrarse solo en los números, sino en preservar su diversidad cultural. Cada grupo ofrece una ventana a la vida de los chimpancés y a nuestro propio pasado como humanos”, concluye Vesta Eleuteri.

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