Hace unas semanas, en el Hospital La Paz de Madrid, un tratamiento de inmunoterapia salvó la vida de una niña que padecía una enfermedad muy rara. Ha sido uno de los éxitos más recientes de los CAR-T, un fármaco basado en glóbulos blancos del propio paciente que se modifican en el laboratorio para atacar selectivamente a las células que causan la enfermedad, ya sea cáncer, o una dolencia autoinmune, como era el caso de la paciente de Madrid.El inmunólogo estadounidense Carl June, inventor de estos tratamientos para tratar cánceres sanguíneos como leucemias y linfomas, compara sus efectos con un milagro bíblico: la resurrección de Lázaro. Los CAR-T han sido capaces de curaciones espectaculares en miles de pacientes que estaban desahuciados, uno de los mayores logros médicos de las últimas décadas.June encabeza este miércoles un estudio que puede llevar estos tratamientos a un nuevo nivel. Esta terapia requiere extraer del paciente linfocitos T, un tipo de célula inmune, introducir en ellos cambios genéticos usando virus como lanzadera, hacer que se multipliquen hasta que se cuenten por millones, y después inyectárselos al paciente. Todo este proceso es complicado y puede ser muy costoso, lo que explica en parte que las versiones comerciales de estos tratamientos se vendan por cientos de miles de euros. El propio June explicaba en una entrevista a EL PAÍS que uno de sus objetivos es conseguir bajar su precio.El inmunólogo estadounidense firma hoy un estudio en el que explora una nueva terapia experimental para que sean los pacientes los que produzcan los CAR-T dentro de su cuerpo. Se trata de unas nanopartículas de lípidos que contienen pequeños fragmentos de ARN mensajero, una estructura muy similar al de las vacunas de covid. El fragmento de ARN contiene la información para que los linfocitos T desarrollen la capacidad de identificar y eliminar las células malignas, en este caso linfocitos B, que pueden provocar tanto cánceres hematológicos como enfermedades autoinmunes. El trabajo se publica en Science, referente de la mejor ciencia mundial.El equipo ha demostrado que el tratamiento reprograma los linfocitos T y combate las células malignas en cultivos celulares de pacientes con dolencias autoinmunes. También han demostrado que esta inyección es capaz de eliminar tumores sanguíneos en ratones y ratas con leucemia, y también “resetear” el sistema inmune de primates no humanos, algo parecido a lo que han conseguido los CAR-T convencionales en humanos con cáncer y enfermedades autoinmunes.Los responsables del trabajo creen que este paso será clave para democratizar estas terapias. El equipo de June en la Universidad de Pensilvania firma el estudio junto a científicos de Capstan, una empresa biotecnológica estadounidense. La compañía acaba de anunciar el arranque de la primera fase de ensayos clínicos en pacientes que sufren enfermedades autoinmunes mediadas por linfocitos B. June es uno de los fundadores científicos de Capstan, junto a Drew Weissman, coinventor de las vacunas contra la covid, por las que recibió el Nobel de Medicina en 2023 junto a la bioquímica Katalin Karikó. Si llegaran a comercializarse, estas inyecciones podrían rebajar drásticamente el precio de estos tratamientos hasta unos 5.000 euros por dosis, según ha explicado el director ejecutivo de una de las empresas más avanzadas en este campo, Interius BioTherapeutics.Al estar basados en ARN este tipo de CAR-T no hacen cambios genéticos permanentes en los pacientes, lo que se ve como una ventaja. Pero esto también supone que sus efectos no pueden durar años, incluso décadas, como con los CAR-T convencionales, sino posiblemente meses, lo que haría necesarias dosis recurrentes a lo largo de la vida, con el coste que eso supone.“Son unos resultados impresionantes”, celebra Ignacio Melero, profesor de Inmunología en la Universidad de Navarra y codirector de Inmunología Clínica e Inmunoterapia en la Clínica Universidad de Navarra, que no ha participado en el estudio. El trabajo “Está metodología alberga extraordinaria esperanza para tratar algunas enfermedades autoinmunes en casos refractarios a los tratamientos habituales. Por ejemplo, lupus eritematoso sistémico, polimiositis, esclerodermia, síndrome de Sjögren y quizá artritis reumatoide. Quizá no sea todavía una aproximación para competir con terapia CAR convencional para tratar leucemias o linfomas, pero con la adecuada optimización podría ser factible”, añade.“Es un estudio importante”, coincide Manel Juan, jefe del Servicio de Inmunología del Hospital Clínic de Barcelona, donde se ha desarrollado el exitoso CAR-T público que salvó a la niña madrileña y se ha aplicado ya en medio millar de pacientes con tumores hematológicos. “Parece que es posible conseguir el efecto logrado por los CAR-T convencionales en enfermedades autoinmunes, pero sin tener el riesgo de tener células permanentes, sino que a través de este sistema sea transitorio, conseguir el mismo efecto con varias dosis”, razona. El médico explica que dos ensayos preliminares en China han mostrado que esta aproximación ha conseguido remisiones completas en dos pacientes de cáncer hematológico. “En principio, la posibilidad de escalabilidad, de incrementar el número de producciones para ser utilizadas en más pacientes, podría reducir precios. Pero ya sabemos que al final los costes y los precios son muy distintos, y dependen de cómo se gestionan desde las diferentes compañías”, añade.

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