El poder del arte rural bien puede salvar de la vida inerte laboral a los graduados en Conservación y Restauración de bienes, la carrera con más tasa de paro en España, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Un 25,8% de quienes cursaron esta especialidad se encuentra desempleado frente a la plena ocupación en Paredes de Nava (Palencia, 1.900 habitantes), donde dos mujeres con ese diploma en la pared han emprendido con un taller de restauración para remozar tanto al patrimonio artístico de cercanía como para convencer de su maña a particulares de todo el país. Las dos restauradoras han seguido caminos opuestos desembocantes en Paredes de Nava, cuna del emblema renacentista Pedro Berruguete: Celia Rosa, madrileña de 50 años, encontró allí el nicho profesional que necesitaba; Laura Retuerto, de 28, paredeña, estudió lo que quería y lo desempeña en el pueblo del que no quería salir.El nombre del negocio revela la ambición y filosofía del tándem: taller Hebe, en honor a la diosa griega de la juventud, pues siempre se agradece una ayudita del Olimpo para rejuvenecer las obras de arte. Rosa y Retuerto abren las puertas del espacio cultural de Paredes de Nava, antaño aulas de la escuela municipal hoy castigada por el absentismo demográfico. El Ayuntamiento (PP) les ha cedido el espacio, elegante y coqueto dentro de un edificio clásico castellano, donde al adentrarse se evidencia la actividad profesional interior. Una gran mesa copa el espacio central flanqueada en los laterales por cajoneras etiquetadas al detalle: hay brochas, hisopos, cuchillas, paletas, bisturís, escarpias o sierras. Por allí, disolventes; más cerca, barnices; de pronto sacan una linterna ultravioleta para analizar los componentes de las piezas que se someterán a la cirugía artística y para mostrarle al profano la diferencia entre componentes o intervenciones posteriores a la creación original.Una de las restauradoras del taller de arte Hebe, en Paredes de Nava, Palencia.Alex OnciuRosa explica qué andan puliendo estas semanas: primero, un cuadro. Último retrato de mi padre, de Asterio Mañanós en 1907, según reza una inscripción en la parte inferior, donde se ve a un señor imponente con gafas ahumadas, brazos cruzados y traje negro. Esa pintura, explica Rosa, la ha traído un vecino del pueblo, donde han notado una cariñosa acogida desde que comenzaron la aventura el pasado diciembre. Vigilante, detrás, un enorme Cristo de la cofradía del Sagrado Corazón de Jesús de Ampudia, otro pueblo palentino que ha confiado en ellas mediante la Diócesis de Palencia, este Mesías con una especie de tiritas sobre el cuerpo de Cristo “para que no pierda más de lo que ha perdido”. Sobre otra mesa, una cerámica de Talavera de Don Quijote y Sancho Panza, donde la carcoma ha engullido el soporte y las piezas necesitan acomodo. En pie, en un caballete, un Escarnio de Cristo del siglo XVII, un lienzo sobre tabla hexagonal claveteado que requiere una limpieza profunda.Hay tarea y las cuentas salen, sonríen las mujeres. “Trabajábamos en un taller de Palencia y nos conocíamos de Paredes, eran proyectos de seis meses con la Diputación y el Arzobispado y decidimos hacer algo juntas, yo tenía un taller en casa, pero no me lanzaba”, desgrana la mayor, especializada en escultura, “con momentos de dudas porque la gente valora el arte pero no el trabajo de restauración”. Retuerto, que estudió en León, enfocada en pintura y con pocas ganas de alejarse de Palencia, agradece que “la gente de los pueblos cuida mucho del arte que tiene y sabe si es bueno, esto no es un taller de manualidades”.Ambas aplauden que el trabajo solvente va atrayendo clientela, incluso de otras regiones. En la zona reina el boca a boca, esforzándose ellas en animar al vecindario a acercarse al quirófano cultural y ver sus artes. Justo se asoma Valentín Asenjo, de 70 años, cuya familia se ha dedicado a los muebles y sus cuidados y a la compraventa de antigüedades, con buena agenda de clientes y mejor mano para pulir detalles. “Me parece fabuloso, necesitamos de esto”, celebra el hombre, cuyo sobrino carpintero también se beneficia de Hebe Restauración. Las conservadoras le encargan componentes o muebles y ayudan así a que prosiga el linaje de la madera y los Asenjo. La economía circular de la cultura conlleva que también recurran a historiadores para asegurarse de la pertinencia de cada paso, así como a químicos para cerciorarse de cómo cuidar de la policromía y de los componentes utilizados en las obras: “Tenemos que echar una mano a las proximidades”.“No queremos que quede nuevo, respetamos la pátina del tiempo”, detalla Rosa mientras enseña el antes y el después de varias pinturas, donde el limpiaparabrisas del taller ha despejado décadas o siglos de mugre microscópica. Para ello han invertido en formación y material para trabajar con limpiezas acuosas, sin disolventes, regulando el pH de las capas para hacerlo “más sostenible y beneficioso”. Las mujeres prosperan en un pueblo de renombre artístico e histórico: amén de Berruguete, que ya es, la trinidad de iglesias a Santa María, San Martín y Santa Eulalia albergan la memoria de los inicios del Siglo de Oro, torres mudéjares, tamaños catedralicios, bases románicas, retablos renacentistas, viejas juderías u órganos barrocos.Proceso de restauración de una de las obras.Alex OnciuLa riqueza de siglos de torrente económico por el Canal de Castilla y de tierras fértiles en cereal se aprecia en toda la comarca, donde núcleos ahora despoblados cuentan con una herencia cultural desbordante o casas blasonadas donde afloran los escombros y las grietas. “Tenemos mucho patrimonio que necesita más inversión, eran zonas ricas, pero como hay poca gente no dan abasto y ese arte hay que mantenerlo también en los pueblos”, radiografía Retuerto. Ella ha conseguido su objetivo de trabajar en Paredes de Nava y romper con la tendencia general de sus amigos, todos con Madrid en el periscopio: “Cuesta mucho quedarse en el pueblo, era lo que yo quería y tengo mucha calidad de vida, tengo mucha suerte porque es complicado”. Rosa, al revés, se crio en la capital y unas Edades del Hombre en Palencia la trajeron a Castilla a finales del siglo pasado: “Estoy encantada aquí, Madrid es mucho más exigente, aquí tengo mucha más vida social porque es todo muy cercano, allí no me daba tiempo a nada y criar aquí a los chavales ha sido una bendición”.La metrópoli asoma de nuevo al haberse inscrito Hebe en una licitación en el museo madrileño de la Guardia Civil, que también necesita un meneo experto. “Nos tocaría ir para allá una temporada, es muy difícil, pero al menos hemos aprendido a hacerlo y a cómo funciona”, concluye Rosa. Hasta entonces, a seguir fajándose en Paredes de Nava y exhibiéndose por Instagram en @hebe.restauracion, que nunca se sabe por qué vía puede llegar clientela.Laura Retuerto Pajares y Celia Rosa García, en Paredes de Nava, Palencia.Alex Onciu

El poder de la restauración del arte contra la despoblación y el desempleo en Paredes de Nava | España
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