Tres pescadores caminan de regreso a sus casas en la zona de Vila de Pesqueiro desde Manacapuru, cien kilómetros río arriba de Manaos, la capital del estado de Amazonas, en Brasil. Pisan bancos de arena por dos kilómetros. La temperatura es de 40 grados. El camino que recorren se asemeja a un desierto, aunque debería ser todo lo contrario. Van por el río Solimões, pero no por las orillas. Lo hacen por el lecho de un caudal que, en octubre de 2024, cuando el fotógrafo peruano-mexicano Musuk Nolte (37 años) tomó la foto que retrata la escena, se encontraba completamente seco.Nolte acaba de ganar premio un World Press Photo en la categoría historias, Sudamérica, por su proyecto Sequía en la Amazonia. “Esa imagen los muestra caminando sobre el lecho de un río que usualmente navegan”, dice Nolte. Antes de la sequía, el Solimões ―que corresponde en Brasil al tramo del río Amazonas entre la triple frontera Brasil, Colombia, Perú y la ciudad de Manaos― llegaba hasta la casa de los pescadores, pero por la falta de lluvias, se había reducido y retirado dos kilómetros. El nivel del agua disminuía progresivamente. “Entonces estaban cada vez más lejos”, dice Nolte en una entrevista telefónica con América Futura. Y agrega: “Tenían que caminar 45 minutos para llegar a sus casas en una situación difícil de esfuerzo”. El Servicio Geológico Brasileño indicó, en su momento, que el río sufría bajadas diarias de 19 centímetros en promedio.Un hombre tira de una barca por el centro poco profundo de un río cercano a la comunidad de São Francisco de Marina, incomunicada debido al bajo nivel de las aguas de los ríos locales.Musuk Nolte (Bertha Foundation)La foto aérea de esos tres pescadores es su preferida de la serie premiada. “Para mí es significativa porque muestra las dimensiones de la escala humana, de lo que representa el humano en un territorio tan basto”, cuenta. Nolte, quien lleva 18 años trabajando la fotografía documental en temas de memoria histórica, cambio climático y comunidades indígenas, mayormente en territorio peruano, no llegó a la Amazonia brasileña de casualidad. Desde hace cinco años, trabaja un proyecto sobre los problemas alrededor del agua. Se llama Geografía del agua y busca retratar el territorio desde diferentes pisos altitudinales para entenderlo de manera más amplia, explica.Primero, fue a Iquitos, en Perú, para documentar la sequía. Pero, “al hablar de la Amazonia, las fronteras geográficas son absurdas en un contexto más complejo”, sostiene. Con la compañía de un amigo fotógrafo, aterrizó en Manaos, Brasil. “El lugar más visiblemente dramático era el más propicio para describir las dimensiones de la baja de los ríos”, cuenta. El río Amazonas cuenta con 6.400 kilómetros, se origina en los Andes peruanos, pasa en su mayoría por Brasil y otra parte por Colombia.Antes de llegar, había visto imágenes y monitorizado la bajada del río. Sin embargo, una vez en Manaos, se sentía mucha confusión. “Parece un desierto, pero cuando uno pone contexto de que está en el Amazonas, algo no cuadra y no encaja en nuestro imaginario”, explica. Y resalta: “Fue distópico. Parecía estar viviendo un momento de transformación radical del planeta”.Elidia Carolina en su casa a la orilla del río Solimões, en la Amazonía brasileña. Debido a la sequía, la zona que rodea su hogar parece un desierto.Musuk Nolte (Bertha Foundation)Nolte estuvo cerca de un mes fotografiando la zona, gracias a una beca de Bertha Foundation. En ese momento, Manaos sufría los niveles de agua más bajos desde que se iniciaron registros en 1902. Más de 480.000 personas se veían afectadas por la sequía, según la agencia de defensa civil del estado de Amazonas. El río Solimões, específicamente, registraba la peor sequía, lo que dejó a los pueblos cercanos sin comida, agua ni transporte. Según Defensa Civil, la profundidad del río era de apenas tres metros.Quienes viven en la zona entienden que este lugar es dinámico, que los ríos se desplazan y cambian, pero la crisis ya afectaba esa “predictibilidad”, explica Nolte. Allí, el río funciona como una enorme autovía por donde las personas comercializan, se mueven al trabajo, al hospital o a las escuelas. Sin agua, los habitantes llegaron a plantearse si tendrían que dejar sus hogares. “Los afluentes más pequeños eran intransitables, la gente que hacía servicios de transporte ya no quería intentar. Si alguien se enfermaba, no podía ser trasladado a un hospital”, dice.El fotógrafo peruano-mexicano Musuk Nolte.Maria Clara SosaSegún un informe de Unicef publicado en noviembre de 2024, la sequía en la Amazonía dejó sin comida, agua y educación a 420.000 niños de Perú, Brasil y Colombia. Además, la cuenca del río Amazonas ―el territorio drenado por el río y sus afluentes que se distribuye en Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela― experimentó niveles históricamente bajos en los cuerpos de agua, afectando el transporte fluvial, el acceso a alimentos, servicios y medicinas para más de 47 millones de personas, según datos del Boletín de Sequía en el Oeste de Sudamérica del Centro Internacional para la Investigación del Fenómeno de El Niño (CIIFEN).Así lo muestra la primera foto de la serie ganadora del World Press Photo de Nolte. En ella se ve a un joven que lleva comida a su madre, quien lo espera en Manacapuru. Para ello, tenía que caminar dos kilómetros por donde antes navegaba. El fotógrafo describe la escena, a través de otra imagen aérea en la que se ven los trazos que dejaron los barcos que intentaban avanzar, como “un territorio que parece que tiene cicatrices”. También se observan viviendas que antes eran casas flotantes y estaban encalladas. Después de que Nolte hicera sus fotografías, las lluvias devolvieron al río su agua. “Ahora, de hecho, está en momento de inundación”, asegura.Cordeiro Freitas ayuda a su madre a llevar comida desde el punto donde atracan los barcos hasta la comunidad pesquera de Maracapuru, caminando casi 2 kilómetros bajo el sol.Musuk Nolte (Bertha Foundation)Pero para él, lo interesante del premio es la proyección que le da a sus historias, en este caso al impacto del cambio climático. “Me ha interesado buscar puntos extremos donde uno puede señalar o evidenciar lo que va a suceder pronto. Algo que ya está sucediendo, pero que va a suceder cada vez más”, dice.Dentro del proyecto Geografía del agua, Nolte también ha retratado la crisis del acceso al agua en Lima, una ciudad costera, durante la pandemia, la sequía en el Lago Titicaca en la región sur de Puno (3.812 metros sobre el nivel del mar), las inundaciones en la región amazónica de Ucayali, y un derrame de petróleo en el mar peruano, un proyecto con el que también ganó el World Press Photo en 2023. “El agua es lo que conecta los territorios”, explica. “En el colegio se aprende el ciclo del agua: que se evapora en el mar, se convierte en hielo en los nevados, el sol lo derrite y cae por los valles y vuelve al mar. Esa idea no es algo que en la práctica entendamos del todo, cuando abrimos el caño y hay agua ahí”.

El fotógrafo que retrató el Amazonas convertido en desierto: “Parecía la transformación radical del planeta” | América Futura
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