“Algunos dicen que las elecciones estadounidenses de 2024 no son una transición de poder, sino un verdadero cambio de régimen para los europeos”, dice Wang Yiwei. No es fácil desentrañar qué piensa China del torbellino geopolítico de Donald Trump, pero hay formas de acercarse un poquito: uno puede acudir, por ejemplo, a la Academia del Pensamiento de Xi Jinping sobre el Socialismo con Características Chinas para una Nueva Era. Wang Yiwei es su vicepresidente, además de director del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad Renmin de Pekín. Y conoce bien Europa: estuvo varios años destinado allí como diplomático.Recibe en la entrada de la sede, donde hay una estantería repleta de volúmenes sobre Xi, coronada por un plato con el rostro del mandatario; se ven libros con títulos como Crónica de la erradicación de la pobreza en los pueblos inspeccionados y orientados por Xi Jinping, y, al fondo, hay un corcho con artículos escritos por sus académicos. En septiembre de 2022, durante otra visita, se podía leer un texto sobre la guerra de Ucrania: “La OTAN exporta turbulencias e inestabilidad al mundo”.Hace un mes, Wang estaba en la Conferencia de Seguridad de Múnich cuando el vicepresidente estadounidense, J. D. Vance, pronunció el durísimo rapapolvo ideológico contra la UE. Sus palabras certificaban el abismo entre Washington y Bruselas; el presidente del foro, Christoph Heusgen, clausuró el evento entre lágrimas, recuerda Wang. “Nunca había pasado”. Habitual de la cita, este profesor interpreta que aquello fue un mensaje directo de Trump a los europeos: “Cuiden ustedes de sí mismos, que yo estoy ocupado. En segundo lugar, ya no compartimos valores comunes”. Seguridad y valores: los dos pilares que han sostenido el vínculo entre Estados Unidos y la UE “han cambiado de manera fundamental”, explica. “Esto hace que las relaciones transatlánticas se vean históricamente socavadas”.La ruptura de la alianza es quizá la más relevante de las lecturas que hacen los académicos desde China. Pero hay otras: se da por muerta la globalización -”el consenso de Washington ha colapsado”, expone Wang-, se interpreta que nos adentramos en un mundo nuevo, y que se vive una oportunidad histórica para el acercamiento entre China y la UE. Se defiende, sin matices, que la UE ha de sentarse en la mesa de negociación y cobra fuerza la idea de que la República Popular envíe tropas de paz a Ucrania. También se da por hecho la cesión de territorio ucranio: a China, Moscú nunca le ha devuelto las extensiones anexionadas durante la dinastía Qing. “Ni siquiera ahora, que China se ha vuelto poderosa”, según Wang.Este académico cree que la pacificación de Ucrania sería una oportunidad para negociar una “arquitectura de seguridad euroasiática, de Lisboa a Vladivostok”. Añade: “Es el momento de que la UE piense de forma renovada sobre China. Considera a Rusia un enemigo. Y ahora EE UU parece un enemigo. Si también China es un enemigo, son todos enemigos en el planeta”.El plan de Trump, prosigue, es retirarse de Europa, replegarse para centrarse en retos internos y combatir los grupos de interés próximos a la Administración de Joe Biden, a los que culpa, entre otras cosas, de la guerra en Ucrania. Su idea es parar la contienda a corto plazo y prepararse para “la guerra o la competición” con China en el largo. En los próximos años se verá un Washington proyectado como poder regional en el continente americano: de ahí su insistencia en conquistas de proximidad, de Canadá a Groenlandia. En su opinión, el eslogan Make America Great Again es un retorno a los EE UU del siglo XIX. “Busca instituir un nuevo sistema de globalización con América en el centro”. Hay que leer la guerra arancelaria en este contexto: dispara contra todos, incluida China, el país más beneficiado del anterior sistema de globalización.Pekín ha respondido con contramedidas, acusando a Washington de mantener una política de “dos caras” hacia China, y presentándose ante el mundo como un remanso de estabilidad entre las turbulencias globales. Aún no se ha producido ni siquiera una llamada conciliadora entre los máximos líderes.A la espera de los 100 días“Estamos esperando los primeros 100 días desde la investidura de Trump [para] tener claro su verdadero propósito”, señala el profesor Li Lifan, subdirector del Departamento de Estudios sobre Rusia y Asia Central de la Academia de Ciencias Sociales de Shanghái, uno de los más reputados de China, vinculado al Gobierno.A Li le impresiona el cambio de trato de Washington hacia el presidente ucranio, Volodímir Zelenski: de pronto, se le llamó dictador, un título ”reservado para [el presidente ruso] Vladímir Putin y [el bielorruso] Aleksandr Lukashenko”. Biden también llamó dictador a Xi, armando un rifirrafe diplomático.Sobre el bronco encuentro en la Casa Blanca, aporta: “Al final J .D. Vance fue muy provocador. Trajo a colación numerosas cuestiones negativas”. Su lectura: “Es muy extraño cómo la política de EE UU ha cambiado rápidamente”, dice. “En los próximos cuatro años va a haber un gran cambio”. En su visión, el planeta se dirige hacia un “orden multipolar” en el que Washington no quiere ya ejercer de poder hegemónico.Este “orden multipolar” es una expresión que China y Rusia usan como sinónimo de uno en el que Washington no lleva la batuta. Es la idea central de la declaración conjunta sellada entre Xi y Putin en febrero de 2022, tres semanas antes de que los tanques rusos invadieran Ucrania; el mismo documento que forjó la amistad “sin límites” entre ambos. Tres años después, Li Lifan cree que su país podría acabar enviando tropas de paz a Ucrania, si Naciones Unidas les avala.Wang añade que estos soldados serían una “garantía de seguridad” en un alto el fuego del que Ucrania y la UE recelan. “Necesitan a China”, dice. “Rusia no se fía de las tropas de la OTAN. Y Estados Unidos no va a mandar soldados. ¿Quién puede enviarlos? China”. La propuesta —sobre la que el ministro de Exteriores chino, Wang Yi, no respondió al ser preguntado en una conferencia de prensa la semana pasada― abre otro interrogante: “Los europeos, psicológicamente, no pueden aceptar la presencia de soldados chinos en territorio europeo”, según Wang.“El mundo ha cambiado”, insiste este académico. El nuevo teatro geopolítico es implacable; uno en el que Trump negocia con Putin: “Tú te quedas con Ucrania; yo, con Panamá y Groenlandia”, expone. En ese contexto, ve un posible acercamiento entre China y la UE, a la que anima a dejar atrás la definición de su país como “rival sistémico”. “Podemos cooperar en materia de seguridad”. Aunque al ser preguntado por las enormes diferencias en valores como los derechos humanos, la libertad de expresión o la democracia liberal, responde: “Podemos hablar de eso en el futuro”.“Soy muy optimista sobre las relaciones China-UE”, añade el profesor Li. Cree que Bruselas mantendrá la política de reducción de riesgos, pero ve signos de deshielo, como el levantamiento la semana pasada por parte del Parlamento Europeo de las restricciones que impedían a los legisladores reunirse con algunos funcionarios chinos: una “señal muy positiva”, y cree que Pekín responderá. Con Trump en fase de retirada de tratados internacionales, como el Acuerdo de París sobre cambio climático, añade, el medio ambiente puede ser otro punto de cooperación.Navegar el nuevo mundo será complicado, con “aliados” que dan la espalda y “rivales sistémicos” que ofrecen un hombro. China se orienta también en aguas complicadas y hay lagunas en su posicionamiento. Por un lado, denuncia el recrudecimiento de la guerra comercial y tecnológica con Washington; por otro, comparte valores tradicionales con lo que el profesor Wang llama la “revolución populista”: el principal aliado de Pekín y Moscú en Europa es el húngaro Viktor Orbán, quien considera a Trump su “compañero de lucha”. Mientras, en círculos diplomáticos en Pekín, se comenta el temor chino a que la rehabilitación de Rusia sea una fórmula de Washington para contrarrestar su ascenso.Quizá las dudas queden resueltas en próximos encuentros de alto nivel. Xi y Trump podrían verse en abril, han adelantado algunos medios. En mayo, Xi visitará a Putin en Moscú para los fastos del 80º aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial. ¿Estará Trump allí? Wang cree que la conmemoración del fin de la contienda en China, que se celebra en septiembre, podría ser el escenario para un encuentro entre Xi, Putin y Trump: la fotografía del nuevo orden mundial.

China anticipa, ante el torbellino de Trump, el repliegue de EE UU y una oportunidad para acercarse a la UE | Internacional
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