El campo Manzanar se encuentra en medio de un bucólico paisaje californiano. Desde allí se puede apreciar la imponente cumbre del famoso monte Whitney, uno de los picos más altos de Estados Unidos. La zona es atractiva para quienes disfrutan del montañismo, pero la región es conocida por haber dejado una importante lección de historia después de haber albergado uno de los campos de concentración que el Gobierno de Roosevelt creó en la Segunda Guerra Mundial. La advertencia está escrita en una placa a la vista de los visitantes: “Que las injusticias y la humillación sufrida aquí como resultado de la histeria, racismo y explotación económica nunca más vuelvan a surgir”.El nombre de Manzanares ha resurgido estas semanas en medio de la América de Donald Trump. Ese fue el primero de 10 campamentos de internamiento que Estados Unidos acondicionó después del ataque de Japón a Pearl Harbor, en diciembre de 1941. El entonces presidente Franklin D. Roosevelt emitió una serie de decretos dirigidos a quienes vivían en el país y tenían raíces o vínculos con los países del Eje. Washington temía que estos juraran lealtad a Alemania, Italia, o al imperio asiático y los auxiliaran en el combate en suelo estadounidense.Roosevelt creó este sistema de campos de internamiento (todos menos dos estaban ubicados al oeste del país) a través de una orden ejecutiva, la 9066, firmada en febrero de 1942. Este decreto es hoy una vergonzosa mancha en la historia nacional, pues llevó a la detención (las autoridades las llamaban evacuaciones) y encierro en Manzanar de 110.000 japoneses. Algunos eran inmigrantes, pero se calcula que dos terceras partes de los detenidos nacieron en el país y tenían la ciudadanía estadounidense. Estos sitios también sirvieron de prisión para 11.500 alemanes y cerca de 3.000 italianos.El fundamento legal usado entonces fue la Ley de Enemigos Extranjeros, una norma de 1798 que solo había sido empleada en contadas ocasiones, todas en tiempos bélicos. La primera fue en 1812, cuando se libró un conflicto contra el Reino Unido. Se retomó en el siglo XX, primero en la Gran Guerra y posteriormente tras el bombardeo a Pearl Harbor. Las autoridades estadounidenses comenzaron a realizar las detenciones apenas 11 días después del ataque a la base naval de Hawái.Un habitante del campo Manzanar, en 1943, fotografiado por Ansel Adams.Universal History Archive (Getty Images)Es la misma ley que Trump ha desempolvado para luchar en contra de lo que él considera otra invasión, la de los inmigrantes irregulares. “La Administración de Trump ha fijado un nuevo precedente al utilizar poderes reservados para conflictos y ha expandido los poderes del Ejecutivo para monitorear, detener y deportar a no ciudadanos”, señalan desde el Migration Policy Institute, un think tank de la capital.El presidente republicano la ha invocado para facilitar la detención con fines de deportación de ciudadanos de Venezuela y El Salvador, como ha mostrado el caso de Kilmar Abrego García. El hombre de 29 años fue detenido en marzo, acusado de pertenecer a una pandilla y enviado a su natal El Salvador a la prisión de máxima seguridad de Nayib Bukele. Esto pese a que tenía una protección contra su expulsión, ya que pasó los filtros de “miedo creíble”, lo que significa que comprobó ante las autoridades migratorias que su vida corría peligro si volvía a su país.La deportación de Abrego García ha provocado un choque entre los poderes del Estado. El Tribunal Supremo ordenó al Gobierno de Trump facilitar el retorno del ciudadano, algo que el Ejecutivo se niega a hacer porque argumenta que el sujeto ya está fuera de su alcance. Este miércoles, la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, aseguró que si llegase a volver, Kilmar sería deportado nuevamente.James Boasberg, el juez de distrito que calificó de ilegal la deportación de Abrego García, ha señalado este miércoles que iniciará un proceso de desacato contra el Ejecutivo. Stephen Miller, el influyente asesor de políticas públicas de Trump y el cerebro de la utilización de la Ley de Enemigos Extranjeros como arma de control de la migración, ha cargado contra el magistrado y argumentado que la norma es prácticamente inatacable.“Esta ley fue aprobada por la generación de los fundadores de este país, el mismísimo John Adams la escribió explícitamente para dar al presidente la autoridad de repeler una invasión ilegal foránea al país. Eso es algo con lo que ningún juez de distrito puede interferir o restringir. No hay ni una sola línea en ella que la sujete a la revisión de las cortes”, aseguró Miller a finales de marzo, cuando comenzó el pulso entre el Judicial y la Casa Blanca.Un grupo de japoneses-estadounidenses esperan a salir de Manzanar para su reubicación, en una imagen de 1943 de Ansel Adams.Universal History Archive (Getty Images)En medio de esta disputa se alarga la sombra de los campamentos de internamiento, que operaron hasta 1947 y cuya vida fue captada por fotógrafos como Ansel Adams. Densho, una organización sin fines de lucro que preserva la historia de los japoneses que fueron internados, fue una de las primeras en lanzar la alarma. “Si la historia nos enseña algo, debería ser las devastadoras consecuencias de permitir que el miedo y la xenofobia moldeen nuestras políticas públicas, por lo que es importante resistirse al retorno de leyes como la de Enemigos Extranjeros“, escribió la asociación en octubre, cuando Trump prometió por primera vez en un mitin reutilizar la norma.Densho recuerda que la utilización de esta ley en la Segunda Guerra Mundial llevó a la creación de un centenar de tribunales especiales, quienes decidían si los detenidos iban a un campo de concentración o recibían la libertad condicional. Herbert Nicholson, un misionero que servía de traductor, calificó de “farsa” el proceso, pues no permitía a los acusados contar con defensa ni disputar la supuesta evidencia, que era la mayoría de las veces testimonios en contra de oídas. A juzgar por los dichos en los tribunales modernos, son pruebas de ese tipo las que hoy tienen a Kilmar Abrego García dentro de una prisión a miles de kilómetros de su familia.

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