La batalla frente al cambio climático es también una lucha de clases: los ultrarricos generan muchas más emisiones, mientras los más pobres son los que sufren las peores consecuencias. Un claro ejemplo son los jets privados, que cada vez se usan más pese a ser el medio de transporte más contaminante. Un estudio de la ONG Consejo Internacional de Transporte Limpio (ICCT, en inglés) publicado este viernes ahonda en esta cuestión: cada jet privado genera de media al año tantos gases de efecto invernadero (GEI) como 177 coches u ocho camiones pesados (pero moviendo a mucha menos gente o mercancías).El informe muestra que la aviación privada emitió en 2023 —últimos datos disponibles— tantas emisiones como todos los vuelos que salieron del aeropuerto de Heathrow, el más grande de Europa. Los investigadores calculan además que los 95 jets que van a Venecia para la boda de Jeff Bezos y Lauren Sánchez generarán 5.000 toneladas de gases de efecto invernadero.En su informe, han identificado 3,57 millones de vuelos privados en 2023, y cada aeronave emite de media 810 toneladas de GEI anuales, equivalentes a las emisiones de 177 coches o nueve camiones pesados. Dan Rutherford, uno de los investigadores, señala por correo: “Los aviones privados son una fuente importante de contaminación por GEI, y en gran medida no gravada. Dada la riqueza de sus usuarios, los gobiernos deberían considerar gravar sus emisiones para generar ingresos que apoyen la descarbonización de la aviación y la mitigación del cambio climático”. Este tipo de vuelos crecieron mucho en 2021 y 2022, coincidiendo con la reducción de vuelos comerciales en la etapa poscovid. Según los autores del estudio, ese último año los aviones privados emitieron unas 23,74 millones de toneladas de dióxido de carbono equivalente CO₂ equivalente (la unidad con la que se miden los gases de efecto invernadero), lo que representa casi el 4% de las emisiones totales de la aviación civil. En 2023, esa cifra descendió a 19,5 millones de toneladas de CO₂e, si bien es un 25% superior a la cifra de hace 10 años. Al aumentar el número de vuelos comerciales, esa cifra supone un menor porcentaje sobre todas las emisiones de la aviación (algo más del 2% del total).¿A qué puede deberse esa ligera bajada? Según el investigador, “las cifras sugieren que la actividad de la aviación privada es más volátil que la de la comercial, quizá porque su afán de lucro es menor: las aerolíneas tienen un fuerte incentivo para optimizar el número de viajes que realizan sus aviones cada año modificando los precios; es probable que los aviones privados simplemente se queden estacionados cuando baja la demanda”. Además, 2023 fue el año en que se recuperaron totalmente las rutas comerciales convencionales. Si suponen un porcentaje tan bajo sobre el total, ¿por qué deberían preocuparnos? “Es mejor analizar esto desde una perspectiva de equidad”, responde Rutherford. “Los daños climáticos recaen sobre todo en los más pobres, especialmente en el Sur Global, mientras la aviación privada se usa para viajes discrecionales de los ultrarricos y, en gran medida, no está sujeta a impuestos. Tiene sentido gravar los aviones privados para recaudar ingresos que apoyen la descarbonización y la adaptación”, añade. Un jet privado sobrevuela la Universidad de Georgia, en EE UU.Perry McIntyre/ISI Photos (Getty Images)El ICCT muestra que en 2023 dos tercios de los vuelos mundiales en aviones privados partieron de aeropuertos estadounidenses, lo que representa más de la mitad (55%) de las emisiones estimadas de GEI de estos aviones. Francia y el Reino Unido se situaron en segundo y tercer puesto pero a muchísima distancia, con un 2,2% y un 2,1% de los vuelos, respectivamente. Solo los Estados de Florida y Texas, en EE UU, generaron más vuelos en aviones privados y emisiones que toda la Unión Europea. Vuelos privados cortos Los autores señalan que estos aviones privados suelen usarse para distancia relativamente cortas: la mitad de los vuelos cubrieron distancias inferiores a 900 kilómetros, mientras que el 75% fueron inferiores a 1.500 kilómetros. Los vuelos de más de 3.000 son tan solo el 5%. El tiempo medio de vuelo es de 85 minutos (menos de hora y media).Por esto, desde el ICCT piden sustituir estos vuelos por trenes de alta velocidad en todos los trayectos posibles, ya que los tiempos del tren son muy competitivos en distancias cortas y medias. Además, piden que los gobiernos endurezcan los requisitos de eficiencia de combustible (CO₂) para los nuevos aviones privados y exijan el uso de combustibles de aviación sostenible (SAF, en inglés) para estos vuelos, como ya empieza a ocurrir con los comerciales. En Europa, la gasolina que ponemos en los coches paga impuestos, pero no así el queroseno de los aviones (ni comerciales ni privados). Por eso, la entidad exige que se impongan impuestos a los jets privados, lo que ayudaría a generar ingresos para la financiación climática “al dirigirse a los pasajeros ultrarricos y menos sensibles a los precios, lo que permitiría que las tasas impositivas redujeran la diferencia entre el combustible convencional y el renovable (SAF), todavía mucho más caro, sin afectar tanto a la aviación comercial”.

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