En San Luis, Antioquia, se produjo este fin de semana uno de los golpes más importantes contra el crimen en lo que va del gobierno Petro.Un comando de la Policía que llevaba meses siguiéndole la pista abatió a Oliverio Isaza Gómez, alias Terror, hijo del jefe paramilitar del Magdalena Medio Ramón Isaza, y quien seguía conservando buena parte del poder criminal que consolidó su padre como capo en la zona limítrofe entre Antioquia, Caldas y Boyacá.La historia de ‘Terror’, cuya crueldad y violencia justificaban cada una de las letras de su alias, es la que han visto ya demasiadas veces los colombianos.Es la historia de los criminales que burlan una y otra vez la voluntad de paz del Estado para tratar de lavar sus culpas judiciales mientras siguen, en realidad, en sus negocios de narcotráfico, robo de tierras y crímenes de lesa humanidad. Y mantienen ese curso hasta que un día la fuerza del Estado, como ahora, o las celadas de sus muchos enemigos –como pasó con ‘Santrich’, ‘el Paisa’ o ‘Romaña’, en el que confiaban que era su santuario de protección en Venezuela– se les atraviesan.Desde su desmovilización, en febrero del 2006, ya eran fuertes las versiones de que Oliverio Isaza Gómez había mantenido en la sombra su propio ejército criminal. En todos estos años, las burlas a la obligación de decir toda la verdad sobre sus crímenes y sus aliados en la Fuerza Pública y la política fueron la constante en su proceso. Incluso, como lo informó este diario en el 2014, llegó a proponerle a la Fiscalía que aceptara como reparación para sus centenares de víctimas (por delitos como masacres, homicidios, desplazamiento y violencia sexual) la mitad de las regalías que llegara a producir un disco de música de carrilera que grabó mientras atendía las audiencias de Justicia y Paz.“Cuando sea libre quiero dedicarme a mi música y a mis conciertos”, dijo con desfachatez en ese momento. Lo que muestran los expedientes judiciales es que hacer música estaba mucho más atrás en sus prioridades que hacer plata con el narcotráfico, tal cual lo había hecho su familia desde la época de los paras.Informes de inteligencia de hace más de una década ya ponían a ‘Terror’ y a otros jefes paramilitares desmovilizados del Magdalena Medio (incluido ‘Botalón’, uno de los gestores de paz nombrados por el presidente Petro) como cabezas de nuevos proyectos criminales.En 2023 ‘Terror’ apareció como jefe de una nueva banda, el ‘clan del Oriente’, e increíblemente, para ese momento, todavía seguía manteniendo los beneficios de la pena alternativa de Justicia y Paz (ocho años, en vez de los 40 que tenía que haber pagado por cualquiera de sus crímenes). Y ahora estaba con el ‘clan del Golfo’, como producto de una negociación en la que habría estado involucrado otro criminal de campanillas, el abatido mayor Juan Carlos Rodríguez, alias ‘Zeus’, y en la que suenan varios antiguos capos de las Auc.Al final, ‘Terror’ murió en su ley. Pero si desde este lado, el de la legalidad, desde los primeros momentos en que se encendieron las alarmas sobre su traición a los compromisos de paz, se hubiera actuado con contundencia, tal vez se habría evitado al menos parte de la devastación criminal y de las muertes que siguió dejando a su paso hasta este sábado.JHON TORRESEditor de EL TIEMPOEn X: @JhonTorresET

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