Casarse en Venecia puede ser para el dueño de Amazon, Jeff Bezos, de 61 años, y la periodista Lauren Sanchez, de 55, lo más romántico del mundo, pero para algunos venecianos simboliza todo lo que detestan, y de hecho quieren convertir su celebración en una pesadilla. Así que el ambiente de los fastos de la boda del año, prevista entre el 26 y el 28 de junio (se ha movido la fecha inicial del 24 al 26), empieza a ponerse un poco raro. Si hasta ahora en los medios se hablaba de inquietudes como cuántos hoteles de lujo ocuparán los 250 invitados (son cinco: Gritti Palace, Danieli, Aman, Cipriani y St. Regis) o de cómo vestirá la novia (27 modelos en tres días, y el nupcial de Oscar de la Renta), el pasado jueves cambió ligeramente la conversación cuando un grupo de vecinos colgó una pancarta en el campanario de San Giorgio: “No Bezos”. Al día siguiente, apareció otra en el puente de Rialto y la ciudad se llenó de carteles.Más informaciónLa boda, para quienes se oponen a ella, representa el ejemplo máximo de una Venecia convertida en simple decorado de lujo para millonarios, que encima son amigos de Donald Trump e invaden la ciudad con ostentación. Es un cabreo que tiene varias capas de profundidad, de las viejas batallas contra la masificación turística y la pérdida de identidad de la ciudad al actual momento político mundial y lo que representa Bezos, tercera persona más rica del mundo después de Elon Musk y Mark Zuckerberg. “Haremos que se les atragante la tarta nupcial, iremos al asalto y nos tiraremos al canal si hace falta”, advierten los promotores de la protesta.Lo cierto es que el evento está planteado para tirar la casa por la ventana. La prensa británica ha hablado de un presupuesto de entre 10 y 30 millones de euros ―parece que se rebajó para hacerlo más sobrio tras las críticas al despilfarro del viaje espacial de Lauren Sanchez con cinco amigas en el Blue Origin― y en la lista de invitados se menciona a Oprah Winfrey, Mick Jagger, Lady Gaga, Eva Longoria, Katy Perry, Leonardo Di Caprio, Ivanka Trump y el clan Kardashian, entre otros muchos. Con esta clientela, el precio de los taxis acuáticos esos días se ha puesto a 400 euros la hora.Una pancarta en contra de la boda de Jeff Bezos en Venecia, en una de las calles de la ciudad italiana.Luca Bruno (AP/LaPresse)Aunque todo se lleva en secreto, organizado por la agencia italo-londinense Lanza e Baucina (y a quienes han sido contratados se les exige confidencialidad), lo cierto es que Venecia es como un pueblo y hay muchas filtraciones. Este lunes 16 de junio ha trascendido en la prensa que el matrimonio legal en sí y la firma de papeles se hará en privado en Estados Unidos, y lo que habrá luego en la ciudad italiana será el fiestón, con una ceremonia simbólica de intercambio de anillos. Las despedidas de soltero, por separado, ya se celebraron en Madrid (él) y París (ella).Los actos, en la isla de San GiorgioLos actos, según lo que se ha ido publicando, se celebrarán en la isla de San Giorgio, la que está frente a la plaza de San Marcos. Reúne las condiciones de seguridad idóneas, de hecho ahí ya se han celebrado dos cumbres del G-7. Otros lugares del evento serían la iglesia de la abadía de la Misericordia, más problemática en caso de protestas pues está en el casco urbano, en el barrio de Cannaregio, y la casa veneciana de la diseñadora Diane von Fürstenberg, amiga de la pareja. El yate Koru del empresario, de 127 metros y que costó 500 millones, atracará en el muelle de San Basilio.Toda esta apabullante farándula no impresiona al comité ciudadano llamado No space for Bezos, juego de palabras con las ambiciones espaciales del magnate, que se va a movilizar con el objetivo declarado de arruinar la boda. “Será una protesta colorida y pacífica. Impediremos el acceso a la iglesia por mar con botes hinchables y barcas, y por tierra con nuestros cuerpos”, ha anunciado Alice Bazzoli, de una las plataformas que integran el comité antinupcial.Este movimiento, al que se han sumado distintas agrupaciones sociales, reunió el pasado viernes a 200 vecinos cerca del puente de Rialto en un acto para hacer conocer sus argumentos. Son una continuación de la desesperada lucha vecinal por salvar a Venecia de la despoblación ―ya viven menos de 50.000 personas― y la saturación turística. “Venecia no está en venta ni se alquila”, han dicho en un comunicado que denuncia las dificultades de vivienda y de trabajo de la ciudad, junto a consideraciones más políticas que consideran a Bezos como “símbolo del capitalismo digital, de la explotación laboral y la evasión fiscal”. “Viene con cinco megayates atracados en cinco lugares distintos, ocupa hoteles, taxis, usa la ciudad como si fuera su sala de eventos. Esta es una batalla por la dignidad de la ciudad. No queremos que Venecia se recuerde como una ciudad postiza que hace de escaparate, sino como una ciudad que se opone a los oligarcas”, dijo uno de los que intervinieron. Concentración en contra del enlace del magnate en Campo San Giacomo di Rialto, el pasado 13 de junio.Stefano Mazzola (Getty Images)La ciudad, en realidad, está dividida. Además de las empresas que harán negocio con el enlace, hay también quienes están encantados con que Bezos haya elegido Venecia. Tanto el alcalde, el conservador Luigi Brugnaro, como el presidente regional, Luca Zaia, de La Liga, se han mostrado indignados con las protestas. Hasta se han excusado con Bezos temiendo que al final no venga. “Me avergüenzo de quien se comporta de este modo”, ha dicho el alcalde, que considera que quienes se oponen son cuatro gatos. Además, les acusa de “violentos”, pues colgar la pancarta en la torre de San Giorgio fue algo conflictivo, con un altercado con los frailes benedictinos de la iglesia, que trataron de impedirlo. Ya hay una denuncia por medio.En cuanto a Zaia, cree que “protestar contra quien trae riqueza es una absoluta vergüenza”. “¿Qué imagen estamos dando en el extranjero? ¿Que no queremos que los ricos vengan aquí a casarse, ni que los turistas nos visiten? ¿Y entonces de qué debe vivir Venecia? Venecia es un patrimonio de la humanidad, no es solo nuestra”, ha comentado. Lo cierto es que ya en 2014 se casaron en el Ayuntamiento George Clooney y Amal Alamuddin y a todo el mundo le pareció bien. También fueron cuatro días de actos festivos con decenas de invitados famosos y la ciudad asistió al espectáculo sintiéndose privilegiada. Pero los tiempos han cambiado y, desde luego, el actor caía mucho más simpático.

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