En 2007, el periodista francés Hervé Kempf (Amiens, 67 años) publicó el libro Cómo los ricos destruyen el planeta, y ahora lanza en España un cómic en el que carga contra los millonarios todavía con más dureza. En esta nueva publicación, titulada Cómo los ricos saquean el planeta (ed. Garbuix Books), aparece él mismo dibujado, junto al ilustrador Juan Mendez, para protagonizar la lucha contra los dueños de jet privados y grandes fortunas. Como incide, lo que está ocurriendo en el Gobierno de EE UU con superricos como Donald Trump o Elon Musk muestra que “el capitalismo se está radicalizando”.Pregunta. ¿Qué ha cambiado en los 17 años transcurridos entre el libro de Cómo los ricos destruyen el planeta y este cómic?Respuesta. La situación ecológica general ha empeorado enormemente. Y los ricos, los superricos, se han vuelto aún más ricos. El capitalismo se ha radicalizado, no entiende de cuestiones sociales ni desigualdades ni de ecología. Seguimos yendo cada vez más a una digitalización generalizada e incluso a la creación de una clase de personas superiores, despreciando a una gran parte de la humanidad.P. ¿Por qué culpa a los ricos del calentamiento del planeta o la pérdida de biodiversidad?R. Por un lado, el peso de los ricos en las emisiones del cambio climático es muy significativo. Se estima que el 10% más rico de la población mundial genera aproximadamente la mitad de las emisiones del planeta. Este es ya un factor muy importante. Y aquí hay que tener en cuenta que ese 10% de los más ricos incluye casi la mitad de la población de Francia, Alemania, Italia, posiblemente España. O el 60% de la de Canadá o EE UU. Por otro lado, los superricos como los Musk, los Bezos o los Zuckerberg influyen en un modelo cultural que supone una catástrofe ecológica.P. ¿A qué se refiere?R. Aquí nos apoyamos en la teoría de un economista estadounidense del siglo XIX, Thorstein Weblen, que explica que el modelo cultural propagado por los más ricos influye en todos los grupos sociales de abajo, porque en todos los grupos sociales estamos sometidos a una rivalidad ostentatoria de competencias simbólicas que nos hace imitar el estilo de vida de los que están arriba. En un mundo con unos niveles de desigualdad excepcionales en la historia de los últimos 2.000 años, el despilfarro de los de arriba influye en los comportamientos y el modo de vida del conjunto de las sociedades.P. Pero, como ha dicho, en ese 10% de los más ricos hay mucha gente que no tiene jet privado ni influye tanto.R. Así es. Hago una clara distinción entre los ultrarricos y los ricos. El 10% más rico del planeta incluye aproximadamente 800 millones de personas y esto supone buena parte de la población de Francia, España, Bélgica, Italia, Estados Unidos… Esto puede sorprender, pero se pueden considerar ricos a todos aquellos que ganan el doble del salario medio. En España, sería una persona que gana unos 3.500 euros netos al mes. Evidentemente, la mayor parte de esta gente no tiene nada que ver con los Musk, los Bezos y los ultrarricos, en realidad, están más próximos de la clase media o incluso de los pobres de su sociedad, que de los que están arriba del todo. Las desigualdades han crecido enormemente. Esto ya no tiene forma de pirámide como la de Keops, sino de una punta como una aguja.P. Para reducir las desigualdades defiende, entre otras medidas, más impuestos a los superricos. ¿No es así?R. Desde el punto de vista ecológico, que es el mío, soy ecologista, resulta clave reducir las desigualdades. Hay una propuesta llamada la tasa Zucman, que hace un año se discutió en el G20 de Brasil y fue apoyada por el Gobierno español, que propone recaudar el 2% de la riqueza de los multimillonarios. Es una reducción muy pequeña de la desigualdad, pero supondría cientos de miles de millones de euros para sacar a gente de la pobreza y reorientar la economía colectiva a favor del transporte público, la agricultura ecológica, la bici en la ciudad, la renovación energética… P. Pero en el cómic asegura que no es suficiente con cambiar a los superricos y hay que cambiar el sistema. R. Para mí es lo mismo, ya que el sistema actual del capitalismo se fundamenta en una desigualdad extrema en la que los multimillonarios están en el poder. Lo que ha pasado en Estados Unidos, que sigue siendo la primera potencia mundial, es bastante alucinante. Quien está en el poder es un multimillonario, el señor Trump, rodeado de otros multimillonarios, como Musk, en particular, pero también Bezos o los Zuckerberg, que le apoyan. El sistema ya no tiene otro objetivo que mantener estas desigualdades extremas. Por eso hay que cambiarlo.Reproducción de una página del cómic ‘Cómo los ricos saquean el planeta’, en la que son protagonistas Juan Mendez y Hervé Kempf (con camisa rosa).P. ¿Qué opina de las medidas puestas en marcha por ese Gobierno de Trump?R. Confirma lo que decimos Juan Mendes y yo, algo que no me produce ninguna satisfacción: que el capitalismo se está radicalizando y ha optado por ir contra la democracia y apoyar a la extrema derecha. Esto es muy serio, pero en cierto modo las cosas se han vuelto más claras, ahora sabemos dónde estamos. Lo dijo un multimillonario: “Hay una guerra de clases y la estamos ganando los ricos”. Son palabras del señor Warren Buffett. Ahora hay que tener unas posiciones muy fuertes de rechazo, esta gente es nuestra adversaria. La buena noticia es que hay cada vez más contestación a esto y muchas alternativas para gestionar la sociedad de otra forma. P. Asegura que para cambiar las cosas a favor del medio ambiente hay que convertir en deseable la sobriedad, pero algunas medidas verdes están generando mucho rechazo en parte de la población. R. Que hay que ir a una mayor sobriedad lo defiendo plenamente. Pero es verdad lo que dice, la batalla política es convertir en realistas y creíbles las alternativas ecológicas. Es necesario que la izquierda y los ecologistas se tomen realmente en serio el cambio climático, la sequía, el agua, la agricultura y también las desigualdades. La cuestión de las desigualdades es una condición esencial para cambiar las cosas.P. En el cómic se muestra muy crítico con los humanos mejorados con tecnología en el futuro.R. Este cómic no es ficción, sino una obra periodística apoyada por documentos y mucho trabajo. Lo que explicamos es el proyecto tecnocapitalista desarrollado en el seno de Silicon Valley, en California, con las teorías de Ray Kurzweil, que prevé una fusión entre la tecnología y los humanos. Aquellos que se hibriden con las máquinas se convertirán en una nueva especie, un nuevo paso en la evolución humana. Lo chocante de esta visión es que solo participará una parte de la gente. Se trata de una nueva desigualdad que divide a la especie, es racista.P. No descarta que se produzcan sabotajes o el uso de la violencia contra los superricos. ¿No es esto muy radical?R. Insisto: es el capitalismo lo que se está radicalizando. Ellos son los radicales, son ellos los que aplican leyes represivas y un control cada vez más fuerte de la población. Nosotros no decimos que haya que hacerlo, somos periodistas, lo que contamos es que un autor como Kim Stanley Robinson, famoso escritor de ciencia ficción estadounidense, anticipa en el libro El Ministerio del Futuro que si esto sigue así habrá gente que quiera hacer saltar por los aires los jets privados.

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