El cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio lo advirtió con sus primeras palabras tras asumir el liderazgo de la Iglesia católica en 2013 desde el balcón de la basílica de San Pedro: “Parece que han ido a buscarme al fin del mundo, pero aquí estamos”. Aquella frase, que despertó la simpatía y la curiosidad de los fieles, fue cobrando sentido a lo largo de un pontificado que descentralizó la Iglesia, la sacó de su órbita eurocéntrica y la llevó a las periferias. Desde el inicio, el Papa mandó señales que iban en esa dirección. También con el nombre que eligió como pontífice, Francisco, en honor al santo que dedicó su vida al servicio de los pobres y los más necesitados.Francisco, jesuita con una fuerte vocación de misionero, sacudió la geopolítica habitual de los papas hasta el momento, desvió el foco de Europa como perno del catolicismo y puso en el centro de su magisterio “las periferias del mundo”, uno de los temas clave de su pontificado, también en el sentido existencial, como él mismo recordó en numerosas ocasiones. Ha sido uno de los pontífices más atentos a la dimensión global de la Santa Sede.En 2015, en su primer jubileo extraordinario, dedicado a la misericordia, en un gesto sin precedentes, decidió no abrir la primera Puerta Santa en Roma, epicentro de la cristiandad, sino en la República Centroafricana, país al que viajó a pesar de encontrarse sumido en una sangrienta guerra civil.Su primer viaje oficial fue a la isla italiana de Lampedusa en julio de 2013, en aquel momento emblema de la crisis de los refugiados y denunció la “globalización de la indiferencia” ante el drama migratorio de miles de personas que perdieron la vida en el mar tratando de alcanzar las costas europeas. Su crítica a determinadas políticas migratorias fueron la causa principal de la tensión con el presidente estadounidense Donald Trump, a cuenta del muro divisorio entre Estados Unidos y México que prometió en su primer mandato y de las deportaciones masivas que ha impulsado en el segundo. “Quien piensa en construir muros y no puentes no es católico” dijo Francisco en 2016. Recientemente, mostró su desacuerdo con la política de deportaciones, que “deteriora la dignidad humana”.Acercamiento a ChinaUno de los hitos del pontificado de Francisco, convencido de que la Iglesia del tercer milenio crecerá en Asia, fue el acercamiento con China, un país con un enorme potencial religioso, codiciado también por sus predecesores, y donde la Iglesia Católica vivía perseguida y relegada a la clandestinidad y que desde 1951 no tiene relaciones diplomáticas con la Santa Sede. En 2018, Bergoglio cerró un acuerdo histórico con Pekín que fue clave para comenzar el deshielo de las relaciones entre ambas partes y que básicamente consistía en consensuar el nombramiento de obispos. Se concibió como una prueba que se ha ido prolongando durante años sin llegar a un pacto estable y definitivo, que ha afrontado no pocas controversias. Las relaciones todavía no se han restablecido, pero es un primer paso de calado. El propio Francisco explicó recientemente que las relaciones entre ambas partes son “muy respetuosas” y que los canales de diálogo están abiertos. El Vaticano tenía mucho interés en pasar página del periodo de distanciamiento y conflicto con un país en el que los expertos creen que hay unos 40 millones de cristianos.Francisco también ha puesto el foco en países y conflictos olvidados y se ha acercado a las periferias a través de sus viajes apostólicos. En la mexicana Ciudad Juárez, a pocos kilómetros de la frontera estadounidense, celebró en 2016 una histórica misa y bendijo una cruz dedicada los migrantes que arriesgan su vida tratando de llegar a Estados Unidos. En un Irak en ruinas, que trataba de recuperarse de los estragos del grupo terrorista autodenominado Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés), celebró otra misa en 2021, como primer pontífice que pisaba ese país y que sirvió además para acercarse a los cristianos de allí, para tender puentes con el Islam, otra de las claves del pontificado de Francisco. En 2019 se convirtió también en el primer papa en visitar la península arábiga, con un viaje por los Emiratos Árabes Unidos, que concluyó con la firma del Documento sobre la Fraternidad Humana y la Convivencia Común, con el Gran Imán de al-Azhar, para afianzar el diálogo entre cristianos y musulmanes.Mediación en CubaEn 2019 realizó un importante viaje a Japón, un destino especial para Bergoglio, que en su juventud soñaba con ser misionero en este país asiático. El viaje estuvo cargado de simbolismo, con la visita a Hiroshima y Nagasaki y las advertencias sobre el peligro de una guerra nuclear. En 2017 viajó a Colombia para ofrecer su respaldo a los acuerdos de paz del gobierno con las FARC y apoyar el proceso de reconciliación. En 2015 viajó a Cuba y Estados Unidos para ayudar a desbloquear las relaciones entre ambos países. El entonces presidente estadounidense Barack Obama había pedido directamente a Francisco su mediación para establecer relaciones diplomáticas con Cuba. El Pontífice dio un histórico discurso en el congreso estadounidense.Francisco también se había propuesto para mediar entre Rusia y Ucrania, aunque en este caso, Ucrania declinó el ofrecimiento para una mediación a gran escala y Rusia no ha llegado a responder. El presidente ucranio, Volodímir Zelenski, visitó a Francisco en el Vaticano y le pidió apoyo diplomático para liberar a algunos detenidos ucranios bajo control de Moscú.El Papa siguió con particular atención el conflicto y mandó en numerosas ocasiones a un enviado papal para seguir la evolución del enfrentamiento y tratar de favorecer el diálogo entre ambas partes. También ha mandado ayuda humanitaria a Ucrania a través de su limosnero en incontables ocasiones. Ucrania ha criticado varias veces alguna declaración del Pontífice. El año pasado criticó sus comentarios en una entrevista con una televisión suiza en los que señalaba que Kiev debería tener el “coraje” de negociar el fin de la guerra con Rusia, lo que se interpretó como un llamamiento a Ucrania a rendirse. El Vaticano matizó poco después que el Papa apoyaba “un cese de las hostilidades y una tregua lograda con el coraje de las negociaciones” y no una rendición abierta de Ucrania.La posición del Pontífice en el conflicto entre Israel y Palestina también ha sido delicada. Francisco, que siempre ha defendido la solución de los dos estados propuesta por las Naciones Unidas para poner fin al conflicto árabe-israelí, criticó duramente los ataques de Israel en Gaza y los calificó como “inmorales y desproporcionados”. El Pontífice llegó a pedir que se investigara si se estaba produciendo un “genocidio” en Gaza. La diplomacia vaticana trata de evitar palabras como genocidio o terrorismo y ha tratado de mantenerse neutral en el conflicto, limitándose a pedir la paz y la llegada de ayuda humanitaria para la población civil, pero ha habido algunos momentos de tensión. Como el que se vivió tras la doble reunión de Francisco con familiares de rehenes israelíes apresados por Hamás en los ataques del 7 de octubre de 2023 y con parientes de palestinos afectados por la guerra. Los palestinos dijeron que en el encuentro privado Francisco había hablado de genocidio y se provocó un revuelo diplomático que hizo constatar que Israel y la Santa Sede atravesaban el momento de mayor tensión en sus relaciones de las últimas décadas.

El Papa que cambió la brújula geopolítica de la Iglesia | Internacional
Shares: