Quedamos en el coqueto patio de un hotel de lujo en las inmediaciones de la Plaza Mayor de Madrid. Es uno de esos primeros días de calor, calor y, entre la multitud que atesta las calles, se puede ver tanto a gente friolera con abrigo y botas como a otra más calurosa con tirantes y sandalias. La entrevistada es de las segundas, ataviada con un vestido escotado que coloca constantemente mientras habla de felaciones, coños y pollas con absoluta cortesía y naturalidad ante la cara de póquer del camarero. El día que nos vimos, su nombre, Noemí Casquet, era tendencia en la red social X a costa de un “taller de pajas” que la divulgadora publicitaba con un vídeo de ella poniéndose manos a la obra con un pene de plástico y el sello de la Unión Europea impreso una esquina. Empecemos por el principio.Se apellida Casquet y divulga sobre sexo. La broma se hace sola.A veces, he tenido que enseñar el DNI para demostrar que no es un alias artístico. Como ves, nací para esto [ríe]. Soy periodista especializada en sexualidad, con un posgrado en terapia sexual y un máster en psicología. Y divulgo sobre sexo desde los 14 años, cuando inicié mi revolución sexual.¿Cómo fue esa revolución?Bueno, cuando tenía dudas sobre sexo, hablaba con mi mamá, que era mi fuente de información, y se la trasladaba a mis amigas, que también estaban empezando. A los 17 creé un blog sobre masturbación femenina. A los 18 empecé Periodismo, y, como todos los trabajos que hacía eran sobre sexualidad, un profesor me llamó guarra delante de toda la clase. Ahí me prometí a mí misma que esto no podía pasar: que en pleno siglo XXI se califique así a una mujer por hablar de algo tan natural y placentero, que nos ha traído a la vida, y decidí dedicarme profesionalmente a ello.¿A los 14 hablaba de prácticas sexuales concretas con su madre?Claro, yo le preguntaba: mamá, ¿cómo puedo tener un orgasmo?, ¿cómo se hace una mamada?, porque era la primera vez que iba a hacer una felación, por ejemplo…¿En serio le preguntó a su madre cómo hacer una felación?Sí, y ella me dio un truco maravilloso, me dijo: si coges un plátano maduro, lo chupas y se quedan los dientes marcados, lo estás haciendo mal. Me pareció fantasía.Convendrá conmigo que eso no es frecuente.La libertad que yo tengo, mi percepción de la sexualidad como fuente de placer, siempre con consentimiento, se la debo a mis padres. Un empleado de fábrica textil y una empleada de asador de pollos me han dado en vida la mejor herencia: mi libertad sexual. Yo le decía: “mamá; en el colegio me llaman puta”, y ella me decía que les contestara: “y mi coño lo disfruta”. Y te juro que eso me cambió la vida porque en vez de la humillación que podría haber sentido, me puso en la situación de decir: es mi vida, es mi sexualidad y mi libertad y voy a ejercerla.Hay padres que no quieren que sus hijos reciban educación sexual en el colegio. ¿Cómo lo ve?Me da muchísima pena. La protección no es poner límites ni obstáculos, porque la información les va a llegar de todas formas y de cualquier manera. Para mí, lo más importante que tuve es una educación en el placer, que redujo muchísimo el riesgo a que yo cayera en cuestiones no consensuadas, a hacer cosas que no quería hacer. La información no es acción, es conocimiento.Le han breado en la red X por su “taller de pajas” que, según su publicidad, está financiado por los fondos Next Generation de la UE. ¿Es así?Ojalá. Mi taller fue una de las 460.000 empresas que recibimos el kit digital de la UE, 2.000 euros para poner en marcha mi web. Punto. La única financiación de mi empresa de formación sexual, Santo Amor, son mis ahorros, los beneficios de mis libros los he invertido íntegros ahí. Pero el hecho de que se haya generado ese revuelo por publicitar un taller de masturbación para gente adulta significa que queda mucho trabajo por hacer.Con ese nivel de exposición, ¿nunca ha tenido ganas de dar un volantazo y dedicarse a otra cosa?Todos los días de mi vida. Tengo un hate [odio en redes] que lo puedo entender, que es el de gente conservadora, pero es que me cae desde todas partes. También de feministas que me dicen que por qué un taller de pajas para pollas y no para coños. A veces me dan ganas de dejarlo y que siga otra.Confiesa que su libro ‘Pirómanas’ surgió de sus ganas de incendiarlo todo tras su última ruptura de pareja. ¿Tan grave fue?Fue una de las crisis más fuertes de mi vida, una crisis de identidad. Me di cuenta de que repetía patrones emparejándome con cierto tipo de hombres narcisistas.¿Pues no decía que era totalmente libre? ¿En casa de la herrera, cuchillo de palo?Efectivamente. Y lo digo en el libro. El autoconocimiento no es lineal. Subimos y bajamos. Entendí que tenía una adicción a ese tipo de hombres, a ser vista y validada por ese tipo de parejas que te manipulan a través de la sutileza. Esos hombres a los que crees que puedes ‘salvar’, y, en realidad, somos adictas a esa ‘salvación’, hacia la idealización que tenemos de ese hombre, que nunca va a suceder, y, en el camino, nos perdemos a nosotras mismas. Eso me ha pasado toda la vida, hasta hace un año. Ahora tengo una relación estupenda.¿Se le ha aparecido el hombre perfecto?Me he aparecido yo a mí misma, diciéndome: “amiga, pon punto y final a los hombres disfuncionales, es el momento de ponerte a ti en primer lugar y abandonar ese patrón”.Es impopular decirlo, pero ¿hay mujeres maltratadas que repiten patrón?Sí, y es muy jodido. Yo he estado ahí y también he ido de maltratador en maltratador y no me daba cuenta. Está muy bien escribir libros sobre cómo dejar a un narcisista, pero cuando tú vives esas relaciones, cuando tú vives dentro de esos libros, es complicadísimo salir. Ahora estoy teniendo mi primera relación sana a mis 33 años. Me siento cuidada, me siento amada, estoy desaprendiendo un montón de cosas y siendo más consciente de toda la mierda que he tragado y que aceptaba como amor.Noemí Casquet, en la sede de su taller sexual Santo Amor, en Madrid.Bernardo Pérez¿Qué le parecen esos hombres que dicen que, ahora, para tener sexo con una mujer, van a tener que firmar un contrato de consentimiento?Rechazo y miedo, porque eso quiere decir que, hasta ese momento, no les ha importado si la otra persona tenía realmente deseo de acostarse con ellos. Creo que ahí tenemos un problema porque yo, con las personas que me acuesto, quiero tener la certeza al 100% de que quieren hacerlo, no solo al inicio, sino durante todo el tiempo, que todo lo que hago y recibo está consensuado. Pero si a ti, que me pides contrato, solo te importa meter la polla en caliente, tenemos un problema estructural en España.En su libro habla de los “príncipes violeta”, esos hombres supuestamente feministas que, presuntamente, cometen abusos sexuales. Últimamente, tenemos unos cuantos casos.Y faltan muchos nombres por salir todavía. Y debemos tenerlo en cuenta porque, a lo mejor, hemos bajado la guardia al considerar que con personas que hablan y divulgan sobre feminismo podemos tener un espacio seguro, y resulta que no sucede así con todos. Es importante seguir hablando de ello, entender que existe ese perfil para ir con cuidado.¿Qué le parece el caso de la usuaria de Only Fans que se acostó con 1.000 hombres en un día para batir un récord?Creo que, en esta sociedad, hay un sensacionalismo y un morbo respecto a la sexualidad: no la tenemos naturalizada. Entonces, todo se vuelve como una pirueta gigantesca. Pasa en la pornografía. Antes, ver una teta en Interviú era casi porno, y, ahora, si no te meten por el culo dos pollas dobladas, es como que no sirve para excitarse. Las mujeres tampoco nos libramos de esa competición, de cómo se ven nuestros cuerpos, nuestras piruetas, podemos ser vistas, validadas, famosas. Nos lleva a un consumo y un exhibicionismo excesivo.¿Nos conviene un examen de conciencia?Bueno, es un autoexamen de conciencia social, no solo para nosotras, sino preguntarse por qué los tíos consumen ese tipo de contenido y, a la vez, nos llaman putas. Llevo 15 años hablando de esto y sé que llamas la atención social, sé que puedes provocar muchísimo. Me encantaría hablar con esa mujer y preguntarle por qué lo hace. Pero, claro, igual tiene esa necesidad de ser vista, de ser elegida, de ser validada. Es el mundo del capitalismo. No solo ocurre en el sexo, también en otro tipo de trabajos se da la autoexplotación por encima de la salud mental.En su experiencia, ¿las mujeres hablamos más de sexo que los hombres?Absolutamente. La gran mayoría de personas que me siguen son mujeres. Los hombres tienen una losa en hablar de según qué cosas porque consideran que está en juego su masculinidad y virilidad. Es muy poco probable que, en un grupo de hombres, por muy amigos que sean, se pongan a hablar de que han tenido un gatillazo o problemas de eyaculación precoz. Y eso les lleva a mucha soledad, tú y yo nunca vamos a ser conscientes de la soledad que tienen los hombres a ese respecto.¿Qué le parece la eclosión de hombres jóvenes que critican a las mujeres demasiado ‘sueltas’?Que siempre que se produce un avance, se va a producir una reacción en el otro lado. Históricamente, se han dado dos pasos adelante y uno atrás. Que a mí se me tache de guarra por impartir un taller de pajas y que se lleven las manos a la cabeza forma parte del avance. Entonces, frente al hecho de que haya chicos que se sientan amenazados por mujeres libres, está la respuesta de que cada vez más mujeres tenemos menos miedo a estar solas, y no queremos estar con un hombre que no cumpla ciertas expectativas, o sea, que sea un puto adulto funcional, y no nos conformamos con lo que llegue. Mujeres que dicen: soy mucho más que un vientre y un coño, soy una puta persona, igual que tú, y merezco ser escuchada. Cuando esos mismos hombres hablan de que nos vamos a quedar solas con los gatos, a mí me parece un planazo.Si no le da vergüenza nada que tenga que ver con el sexo, ¿qué cosas sí se la dan?[Largo silencio] Pues, la verdad, a veces, las críticas. No las llevo nada bien. Soy un ser humano, y muy vulnerable en ese aspecto. Me da vergüenza cuando cometo errores. Cuando provoco demasiado por, a lo mejor, pasarme un poquito de vuelta y pensar: baja un poco, cariño, que la gente igual no está preparada para esto. Pero, entonces, me acuerdo de lo de mi madre: cuando le decía que en el cole me llamaban puta, y me sale contestar: mi coño lo disfruta.Noemí Casquet (Barcelona, 33 años) es un caso de vocación precoz. A los 17 años creó un blog sobre placer y masturbación femenina y, a los 18, empezó la carrera de Periodismo con el proyecto de dedicarse profesionalmente a informar y divulgar sobre sexualidad. La reacción de uno de sus profesores a su declaración de intenciones, llamarla “guarra” delante de toda la clase, terminó de decidirla. Desde entonces, ha conseguido reunir a una comunidad de decenas de miles de lectores de sus libros de ficción Zorras, Malas y Libres y de más de dos millones de seguidores en sus redes sociales. Ahora publica el ensayo Pirómanas.

Noemí Casquet: “Mi libertad sexual es la mejor herencia de mis padres” | Sociedad
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